domingo, 24 de diciembre de 2006

Navidad

Este año he pensado que es hora de romper la tradicción de la Navidad en Vigo. Siempre la he pasado aquí sin plantearme otra alternativa. Pero este viernes al salir de Madrid estuve a punto de perder el avión y me forzó a pensar qué pasaría si efectivamente lo perdiera. Se encadenaron varias cosas para que el desastre estuviera cerca: tuve Jornada de Comunicación de mi empresa en el Palace y subí a casa a cerrar la maleta ya con el tiempo algo justo. Bajé pero no había taxis por la calle Atocha, seguí bajando hasta las Cortes, atravesando el Barrio de las Letras, pero nada, ni rastro de taxis libres. Finalmente me paró uno con la luz apagada pero que vio una carrera jugosa en mi maleta. La mala fortuna hizo que se le estropeara el taxi... perdía agua del radiador. Menos mal que me paró otro en la puerta del Retiro. También llevaba luz apagada pero visualizó la oportunidad de la carrerita al aeropuerto.
Estar tan cerca de perder el vuelo me hizo pensar rápidamente en alternativas. La más viable era irme a Zaragoza y verme con dvt allí. No sé que pasará el año próximo pero tal vez no sea bobada pensar en unos días de montaña y esquí en alguna estación del Pirineo. Este año jap y un amigo subieron a Asturias en Nochebuena y resultó todo muy bien. Un ejemplo a seguir.
Los días de fiesta en Vigo han sido repetición de otros años. Nada nuevo pero estuve a gusto (lo más importante siempre es interior). El recuerdo más grato es una cena de hablar sin parar con A(men). Una larga conversación sobre las amistades imperfectas. Su tema de investigaciòn/reflexiòn de la temporada. También disfruté el café de playa con M de Lux y su novio G. Compartimos problemàtica de las relaciones a distancia. La suya Luxemburgo-marbella tiene autentico mèrito.
Lo más flojo de estos dias ha sido la familia. He disfrutado más de ella cualquier otro fin de semana. Pero bueno, ver a una madre feliz tambien tiene su recompensa.