La Orotava

A media hora en coche de Santa Cruz, se encuentra la ciudad que más nos ha gustado de Tenerife: La Orotava. Es menos monumental que La Laguna, pero a cambio el paisaje es mucho más bonito. El valle del mismo nombre se extiende hasta el mar y deja ver el Teide, los viñedos y el Puerto de la Cruz. 

La arquitectura del casco histórico de La Orotava tiene auténticas joyas en forjados y trabajos en madera. La mejor muestra es la Casa de los Balcones, una auténtica preciosidad por dentro y por fuera, con las estancias perfectamente conservadas. Tienen una gran sección de la tienda dedicada al "calado", con diseños y colores muy bonitos. Compramos un mantel monísimo, que bien podría considerarse una obra de arte. 

Más allá de la arquitectura y la artesanía, La Orotava tiene unos jardines en terrazas con buenas vistas al casco histórico y al mar. Serían una buena localización para Juego de Tronos.  

Parque Rural de Anaga

El saliente noroeste de Tenerife, la protuberancia que se ve en el mapa de la isla, es la Península o Macizo de Anaga, una de las Reservas de la Biosfera de la Unesco por lo excepcional de su riqueza ambiental. Después del Teide, es, con diferencia, lo más interesante de la isla. 

Anaga está muy cerca de Santa Cruz y La Laguna, apenas media hora en coche, pero te traslada a un mundo muy remoto porque tiene un enorme bosque de laurisilva, una de esas selvas de hace millones de años que ahora sólo quedan en algunos reductos. En Europa sólo se encuentran ya en Canarias, Madeira y Azores. 

El Centro de Visitantes del parque se encuentra en Cruz del Carmen y desde allí salen varias rutas de senderismo. Nosotros hicimos una de dos horas, suficientes para hacernos una idea y hacer algo de ejercicio. 

Más allá del bosque, Anaga ofrece atractivos para un día completo de excursión. Hay varios miradores, algunos ofrecen la perspectiva del Teide y otros del macizo de montañas y el mar. El más interesante es el de llamado Pico del Inglés, desde el que también se ve la ciudad de Santa Cruz. 

La costa es muy agreste, pero se puede acceder a la zona de los "Roques de Anaga", unos salientes rocosos en el mar, bajando hasta el pueblo de Taganana (un nombre muy japonés!) y desde allí a la Playa volcánica de Benijo. 

La vuelta a Santa Cruz se hace, tras muchas curvas y pendientes, por el pueblo de San Andrés, que tiene al lado la Playa de las Teresitas, muy bien acondicionada e ideal para un chapuzón después de tanto monte.

Santa Cruz de Tenerife

Después de los días volcánicos y rurales del Hierro, hemos vuelto a la civilización en Tenerife, una super-isla desde cualquier punto de vista, por dimensión, por población y por todo lo que ofrece. Desde el puerto de Los Cristianos en el sur (punto de enlace con el ferry del Hierro), subimos por autopista hasta Santa Cruz de Tenerife. 

Antes de llegar a la ciudad, hicimos escala en Candelaria, un municipio costero dónde se ubica una gran basílica dedicada a la Virgen de la Candelaria, patrona de las Islas Canarias. En el exterior de la iglesia, hay una serie de impactantes estatuas dedicadas a los reyes guanches anteriores a la Conquista. 

Santa Cruz de Tenerife es una ciudad con cierta gracia y una buena base para explorar el norte de la isla, que es un auténtico vergel. Le hemos dedicado bastante tiempo, visitando iglesias y museos, y creo que reúne 2 buenos ingredientes:  

- Saborcillo local, alrededor de la iglesia de la Concepción y el barrio colonial que la rodea, y el mercado de La Recova. 

-Arquitectura contemporánea, con un sorprendente TEA, Tenerife Espacio de las Artes, y, claro, el auditorio-vela de Calatrava. 

El Hierro, entre la realidad y la ficción

Acabamos en El Hierro buscando un destino tranquilo, que no ofreciera mucho y permitiera un ritmo pausado. Pasamos 5 noches y creo que nos hubiera hecho falta alguna más. Es una isla que engaña. Parece muy pequeña, y lo es, pero las distancias se hacen largas. Las carreteras están en muy buen estado pero las curvas y las pendientes pronunciadas son constantes, haciendo los desplazamientos mucho más largos, y agotadores, de lo que parecen. La ubicación del Parador no ayuda porque está en un sitio idílico, con amaneceres inmejorables, pero en un extremo de las carreteras de la isla, obligándote a hacer 20 km para llegar a cualquier lado. 

Es indudable el impacto de la serie Hierro en el atractivo turístico de la isla. Aunque yo no la he visto, David sí, y eso nos ha influenciado porque la puso en nuestras cabezas. De hecho, la serie ha constituido un enorme publirreportaje porque las localizaciones de los rodajes están señalizadas por todas partes y abarcan toda la isla. 

El atractivo visual del Hierro es indudable. Los paisajes son increíbles y apenas está explotada turísticamente. La población es escasa y la naturaleza desbordante. El mayor inconveniente es la dependencia absoluta del coche para hacer cualquier cosa y la cantidad de curvas y pendientes que separan los distintos puntos de interés. 

Fayal-brezal

He aprendido una palabra nueva en El Hierro: fayal-brezal, un tipo de bosque húmedo compuesto por "fayas" (un tipo de hayas) y "brezos". Es uno de esos bosques encantados, frondoso, lleno de líquenes y árboles contorsionados. Suele situarse como transición entre los bosques de laurisilva (aún más frondosos y variados) y los pinares. 

En El Hierro hay una zona para hacer senderismo, llamada La Llanía, en el centro de la isla, que reúne fayal-brezal, con miradores a cráteres volcánicos y a la zona del Golfo y su mar de nubes. Es un imprescindible de la isla y una absoluta delicia. 

Paisajes volcánicos en El Hierro

Desde los campos de lava de Islandia, no veíamos tal cantidad y variedad de paisajes volcánicos como los que estamos viendo estos días en El Hierro. Tonos rojizos, negros, verdes y grises se alternan en infinitas combinaciones. La población es muy escasa, concentrándose en la capital, Valverde, y en el municipio de La Frontera (costa del Golfo). En el resto de la isla las edificaciones son muy escasas y permiten disfrutar del paisaje en todo su esplendor. 

La costa de "El Julán", en el suroeste, el lado izquierdo de la forma de Y del Hierro, es la más salvaje. No hay nada construido. Sólo se puede recorrer desde lo alto de la colina. Está delimitada a un lado por el puerto de La Restinga (ideal para comer pescado) y la Playa de Tacorón, y al otro lado por el Faro de Orchilla. En esos dos extremos hay, además, zonas habilitadas para el baño, mediante plataformas y escaleras que permiten el acceso al agua entre las rocas, como si se tratara de una piscina.