lunes, 31 de agosto de 2015

12/ La península de Snaefellsnes

Dicen que la península de Snaefellsness, en el oeste, a unos 120 km de Reykyavik, es como una Islandia en miniatura. Se supone que tiene un poco de todo: volcán con glaciar, cráteres aquí y allá, playas negras, campos de lava (como me gustan!), acantilados, fiordos, cascadas, etc. Por su cercanía con la capital, es una zona super recomendable para viajes cortos. 

Hicimos noche en un hotelito muy mono, pero bastante overpriced, en Búdir. Supongo que pagas el sitio porque es muy especial: en el medio de un campo de lava, con vistas a la costa de un lado y al glaciar-volcán del otro. Enfrente, una pequeña iglesia de madera, con su cementerio, y una reserva de aves (que andaban enloquecidas y agresivas si te acercabas demasiado a las rocas porque debían estar criando). Todo muy idílico, la verdad. Para completar la magia, la zona tiene altas probabilidades de aurora boreal y en la recepción toman nota de tu habitación para despertarte si esa noche toca. Nosotros no tuvimos suerte (cielos cubiertos) pero en la noche anterior habían visto una a las 23:30, sin necesidad de levantarse de madrugada. 

En la punta de la península, que es parque nacional, se encuentra ese volcán tan fotogénico.  Se supone que ahí está el punto de acceso al centro de la tierra, según la novela de Julio Verne. Lo malo es que casi siempre está cubierto de niebla. Nosotros lo vimos la tarde-noche de llegada porque al día siguiente ya no hubo forma: lluvia y niebla, que deslucieron todo el paisaje. Salimos del coche sólo a ratos cortos.  Algo de razón tiene la publicidad turística de Islandia según la cual "si no te gusta el tiempo sólo tienes que esperar quince minutos" para ilustrar lo cambiante que es.




domingo, 30 de agosto de 2015

11/ Hacia el Oeste

Tengo la impresión de que, en Islandia, lo que más te gusta son aquellos sitios dónde el tiempo te acompaña. Es entonces cuando disfrutas del paisaje y puedes hacer algo de caminata. Cuando estábamos por el Sur, coincidimos con unos alemanes que venían encantados del Norte, mientras que a nosotros, nos gustó esa zona pero la disfrutamos poco. En cambio, fue salir de allí, movernos hacia al Oeste, volver a salir "algo" el sol, y ya, de nuevo, nos quedamos extasiados con el paisaje. 

En la Península de Snaefellsness encontramos nuestro pueblo favorito en Islandia, con nombre imposible, como la mayoría: Stykkishólmur. A su favor: concentración de casitas de madera, puerto pequeño pero muy cuco, cerrado por un promontorio con faro y, para poner el contrapunto, mega-iglesia moderna, en un promontorio y con campanario al estilo esqueleto de ballena. En cualquier caso, lo de las iglesias en Islandia merece entrada aparte, así que ya comentaré más. 



sábado, 29 de agosto de 2015

10/ La península de Vatnsnes

Estuvimos 3 días por el norte de Islandia: los dos primeros llovió de manera intensa, y el tercero paró de llover pero se levantó un viento huracanado. Las temperaturas bajaron para situarse entre los 4ºC y los 8ºC; francamente inhóspito. Habíamos pensado hacer rafting, montar a caballo, o salir en un barco a ver focas desde Hvammstangi, la ciudad en la que hacíamos noche en nuestra ruta hacia el oeste. Descartamos todos esos planes porque no había quien aguantara fuera del coche. En su lugar, hicimos una excursión alrededor de la península de Vatnsnes, por carreteras secundarias, de esas de grava y baches. 

Tuvimos realmente sensación de estar en el salvaje Norte: casi despoblado, con el mar agitado, caballos al galope…  El punto más fotogénico de esa costa es una extraña forma de basalto en el mar, una especie de doble arco, llamado Hvitserkur

Para recuperarnos de tanta naturaleza extrema, y del frío, cenamos, con una mantita sobre las piernas, en el restaurante del Seal Center de Hvammstangi: muy mono y con todo muy sabroso. Desde entonces, vamos buscando mantitas de esas para llevarnos de vuelta para este invierno en París.




viernes, 28 de agosto de 2015

9/ El lago Mývatn

En el medio de ninguna parte, a 100 km de Akureyri, en el Norte, se encuentra el lago Mývatn, que concentra un montón de fenómenos volcánicos. Nos tocó día lluvioso, así que los colores no lucían nada pero, al menos, tuvimos paradas intermitentes que nos dejaron hacer las visitas. 

Por un lado hay unos "pseudocráteres" muy vistosos, en tonos ocres, pegados al lago. La zona llamada Dimmuborgir es un campo de lava que ha dejado formas muy curiosas, torreones, arcos, todo en medio de mucha vegetación; un sitio para perderse durante horas haciendo senderismo. No muy lejos, en otra zona, se pueden observar las fisuras dejadas por el movimiento de placas entre Europa y América (como ocurría en el Parque Nacional Thingvellir).  

Con todo, lo más impactante para nosotros fue el Hverfell, un cono volcánico negro como el tizón, de 1 km de diámetro. Tardamos una hora y media en subir y recorrer el cráter en su totalidad. Desde arriba hay muy buenas vistas al lago y toda la zona circundante, con fumarolas por aquí y por allá. Acabamos el recorrido del cráter empapados, porque empezó a llovernos al final así que decidimos irnos corriendo a los Baños Naturales, para remojarnos en esas aguas azules y sulfurosas, y olvidarnos del mundo. 








jueves, 27 de agosto de 2015

8/ Del Este al Norte

Los kilómetros en Islandia engañan: etapas diarias de 200 o 250 km son lo ideal, porque el límite de velocidad son 90 km/hr en la carretera 1. Además, hay que contar con que, en algunos tramos, es necesario coger carreteras secundarias, literalmente pistas mal asfaltadas, dónde 50 km/h es la velocidad media, o incluso menos. 

Por desconocimiento, planifiqué una ruta de viaje demasiado larga, más de 400 kilómetros, entre  Neskaupstadur, en los Fiordos del Este, dónde habíamos hecho noche, hasta Akureyri, la capital del norte. En realidad la ruta directa no era tan larga pero yo me empeñé en desviarme 60km ida y vuelta hasta Seydisfjordur, un pueblo muy mono de los Fiordos, con casitas de madera, una iglesia azul y tal. Se supone que se accede al pueblo a través de un puerto de montaña espectacular, con sus lagos y cascadas. La verdad es que la niebla y la lluvia sin parar no nos permitió disfrutar de nada (y pensar que el día anterior había sol radiante!). Al menos comimos muy bien en un restaurante que curiosamente se llamaba Aldan, como el pueblo de Pontevedra. 

Llovió de manera intensa todo el santo día, un auténtico diluvio universal. Y yo venga a hacer kilómetros (porque dBt no conduce). Lo mejor de la ruta fue pasar por Hverir, en los alrededores del lago Myvatn, con sus fumarolas y actividad volcánica, y por Godafoss, una cascada espectacular. Finalmente, tras 9 horas de ruta, llegamos a Akureyri, una gran ciudad de unos 20 mil habitantes y una iglesia de hormigón bien mona (del mismo arquitecto que la de Reykjavik).



miércoles, 26 de agosto de 2015

7/ Höfn y los Fiordos del Este

Tras el atiborre de cascadas y glaciares del Vatnajökull, y siguiendo nuestro recorrido de Islandia en sentido inverso a las agujas del reloj, llegamos a Höfn, un pueblo pesquero de menos de 2000 habitantes, que parece una auténtica metrópolis, al tener su propio aeropuerto. Está situado en un saliente-península hacia el mar, y nuestra llegada coincidió con la puesta de sol sobre los glaciares al fondo. 

Al día siguiente, descubrí que Höfn tiene una ruta con un modelo a escala del Sistema Solar. Es decir,  sitúan una bola representando el Sol en el punto inicial del recorrido y después van situando, a escala de tamaño y distancia, el resto de planetas. Permite "experimentar" las proporciones: lo diminutos que son los planetas y las enormes distancias que los separan. 

Desde Höfn, la ruta 1 continúa por la costa. El paisaje sigue siendo espectacular pero ya sin glaciares ni cascadas significativas: "simplemente" montañas, mar y ríos. A partir de Djúpivogur comienzan los Fiordos del Este, y es necesario dejar la carretera principal y coger la 96 y la 92 para poder seguir "costeando". 

Tuvimos suerte de hacer el recorrido de los fiordos con sol y poder admirar el paisaje. Todo muy bucólico, como se puede ver en las fotos, hasta que en Eskifjördur subimos un puerto de montaña, el más alto de Islandia, con más de 600 metros, para poder llegar a Neskaupstadur, dónde hacíamos noche. Al final del puerto hay un túnel de un solo carril que ya de por si pone los pelos de punta, pero que, además, en nuestro caso, separaba el sol, de una niebla super densa; un cambio de tiempo dramático. No sabíamos entonces que tardaríamos varios días en volver a ver el sol. 





martes, 25 de agosto de 2015

6/ Entre Vik y Höfn

La costa sudeste de Islandia, entre Vik y Höfn, es una zona plagada de puntos de interés; un auténtico festival visual que te deja a cada tramo más impactado.  Son 270 km de carretera, y todo se concentra en las cercanías de la Route 1, muy accesible, con lo cual no hay escapatoria; hay que pararse constantemente. 

Al salir de Vik hacia el este, lo primero que se encuentran son unos inmensos campos de lava, Myrdalssandur, un terreno inmenso pero muy cambiante: negro y desolado al principio, con tonos verdes y amarillos después, y finalmente una inmensidad de rocas recubiertas de musgo en plan paisaje extraterrestre.

Continuando el recorrido por la carretera 1, aparece un desvío a Fjaðrárgljúfur (obviamente los nombres son copy-paste porque no hay quien pueda deletrear esto). Se trata de un cañón absolutamente bucólico, como de cuento de hadas. Con el sol, el verde de los alrededores es super intenso.

Durante el resto del recorrido el verde se alterna con numerosas cascadas que caen de las montañas. Y cuando las cascadas se acaban, empiezan directamente los glaciares. El primero lo ves a lo lejos y te impresiona, pero a medida que avanza la carretera, aparecen más, y más grandes. Son distintas lenguas del inmenso glaciar Vatnajökull que llega prácticamente a la carretera.

En el Parque Nacional Skaftafell, hicimos un poco de senderismo para llegar en media hora a una de las lenguas del glaciar. Nos quedamos con ganas de más caminata pero no teníamos más tiempo. Aún nos tocaba llegar a las lagunas glaciares, Fjallsárlón y la enorme y afamada Jökulsárlón. Son francamente maravillosas, todo un espectáculo ver los icebergs flotando y el glaciar tan próximo.

Este tramo de costa es sumamente intenso, de esos que dejan un recuerdo fuerte para toda la vida. Una pena que no hubiéramos planificado más tiempo en este tramo, al menos un par de días, para hacer algo de senderismo en los glaciares y lagunas. Ahora ya tengo un motivo más que suficiente para volver a Islandia en el futuro. 






lunes, 24 de agosto de 2015

5/ La Playa Negra de Vik

En el sur de Islandia se encuentra Vik, una población diminuta, que no llega ni a 500 habitantes, pero que, comparada con las granjas de los alrededores, parece un núcleo importante. Su franja de costa es de los tramos más memorables de Islandia, con playas negras, de arena fina en algunos tramos y de pequeños cantos en otros y, emergiendo del mar, enormes columnas de basalto.

Es una costa emocionante, pero también puede ser salvaje. Como ejemplo de lo cambiante que es el clima en el país, disfrutamos de un atardecer bucólico una noche, y de un temporal a la mañana siguiente. Los vientos eran fuertísimos, en particular en el Faro Dyrhólaey, desde el que se puede observar un arco en el mar que es muy fotogénico y popular. También pudimos ver allí frailecillos, ajenos a la lluvia y el viento.




domingo, 23 de agosto de 2015

4/ Volcanes, cascadas y glaciares

La naturaleza en Islandia es apabullante. Te quedas impresionado con una cascada o glaciar, sólo para descubrir un poco más allá que hay algo todavía más grandioso. Yo me pongo nervioso y quiero parar cada dos por tres y fotografiarlo todo. 

Todavía en el "Círculo de Oro" visitamos Kerið, un pequeño cráter de volcán que se puede pasear en su totalidad, tanto desde la cima de la caldera como desde el lago. Preciosa la combinación de tierra  roja, vegetación verde y agua. Parece ser que Björk realizó un concierto en una plataforma en el medio del lago hace años, lo que hizo la visita más mítica para dBt que es muy fan.

A partir de esa visita cogimos la "Ruta 1 o Ring Road", la carretera principal que recorre toda la isla. A lo largo del camino por la parte sur de la isla te vas encontrando varias cascadas "afamadas", todas de nombres complicados, como Seljalandsfoss o Skógafoss. Te parece que van a ser todas iguales, pero no, cada una tiene su punto: la vista desde la cima, el tipo de caída, los alrededores…

También aparece en ruta el primer gran glaciar, este de nombre directamente imposible, Mýrdalsjökull.  En realidad es un gran volcán, vecino de aquel que originó el caos aéreo en 2010 pero mucho más grande. A este le toca tener una erupción en cualquier momento; según los científicos, ya va con retraso. Subimos en jeep a ver el glaciar: el hielo tiene un espesor de 750 metros de altura, ocupando la caldera.  Nadie quiere imaginarse lo que ocurrirá cuando finalmente llegue la erupción.