domingo, 31 de diciembre de 2017

Navidad de reflexión

La vuelta de Japón ha estado marcada por las idas y venidas en torno a una oferta de trabajo. Me llegaron los detalles cuando todavía estaba en Tokyo y desde entonces deshojo la margarita: me cambio / no me cambio. He pasado distintas etapas, una primera con una reacción instintiva de quedarme dónde estoy porque me va bien y tengo buenas perspectivas, y otra, más reciente, que apunta a aprovechar la oportunidad porque supone un cambio de trayectoria importante y la posibilidad de volvernos a establecer en Madrid, algo que dBt ve con muy buenos ojos.  Todo apunta, pues, a un nuevo punto de inflexión en 2018. 

Los últimos 10 días han transcurrido a caballo entre Madrid y París. Pasé la Nochebuena y Navidad con jap en Madrid porque dBt trabajaba los dos días. No hicimos nada especial; fue todo muy casero y muy centrado en revisar sus finanzas para que la pre-jubilación no consuma demasiados de sus ahorros. Volví después a París, para trabajar, aunque la oficina estaba vacía así que aproveché el tiempo para organizar papeles y hacer cursos online. Aprovechamos una tarde para la actividad clásica de ver las "poupées" y el árbol de las Galerías Printemps y Lafayette. Ahora, para Fin de Año, estamos de vuelta en Madrid, para entrar en 2018 en plan happy-pandi. 



sábado, 23 de diciembre de 2017

Obsesión Murakami

Nakano Broadway es un centro comercial dedicado al mundo del manga que esconde varios espacios Murakami. Hay una sala de exposiciones, una tienda y el bar Zingaro, en el que hasta las hamburguesas y los cafés están decorados con flores. Nos pusimos nerviosos con todo ese universo de margaritas en todos los formatos y colores: cojines, postales, pins, llaveros, muñequitos, imanes, posavasos... Total, que hemos vuelto a París cargados con todo un lote de merchandising de Murakami para regalar y estas van a ser las Navidades más floreadas de la historia.




viernes, 22 de diciembre de 2017

Tabernas Japonesas

Una de las novedades de este viaje a Japón ha sido descubrir las Izakayas, las típicas tabernas japonesas. Son una especie de bares de tapas, con raciones pequeñas. Son sitios muy populares, recargados de luces, decoración, gente y ruido. Para nosotros, tienen un punto espectáculo porque la gente suele estar muy deshinibida (y algo bebida). En cuanto a la comida, no es mi preferida, la verdad. Hay abundancia de rarezas, y sacan mi punto ascos, con lo que me acabo refugiando en las cosas que conozco: tofu, empanadillas gyoza, alguna ensalada...



miércoles, 20 de diciembre de 2017

Odaiba y Plensa

Nuestro último día en Tokyo nos acercamos a los jardines de Hama Rikyu, que teníamos al lado del hotel. No son tan grandes ni espectaculares como los de Tamakatsu pero, a cambio, tienen el aliciente del perfil urbano de Tokyo como telón de fondo. Mucha gente abomina de estas combinaciones parque-asfalto, pero a nosotros nos encantan, siempre que la arquitectura sea buena, y no unos edificios cualquiera. 

Los jardines tienen un embarcadero desde el que se puede acceder a Asakusa (un barrio tradicional que no visitamos en este viaje) y a la bahía de Odaiba,  nuestro siguiente destino.  Ir a la bahía tiene 3 alicientes: disfrutar de las vistas de la ciudad, hacerse una foto en la Estatua de la Libertad con el puente al fondo y…  ver la mega-estatua del Gundam, una especie de Mazinger Z a escala real, unos 20 metros. La verdad es que esto último es una frikada, una auténtica desmesura al servicio del cómic, pero la habíamos visto en el viaje anterior en versión espectáculo nocturno y queríamos ser fieles a la tradición. 

Para compensar la inversión en cultura trash, nos acercamos después a Toranomon Hills, un rascacielos en el que hay instalada una escultura de Jaume Plensa en el jardín. Este hombre se ha hecho super popular en poco tiempo y a nosotros nos encanta ir encontrándonos con sus obras por el mundo




martes, 19 de diciembre de 2017

Barrios de Tokyo

Tokyo es una ciudad multicéntrica, sin referencias geográficas, un conglomerado algo amorfo hecho de hormigón, cristal y rótulos de neón. Es difícil orientarse y la referencia básica en los distintos barrios son las estaciones de tren o metro, que tienen todas múltiples salidas. 

Nuestro hotel, todo un acierto con vistas a la Torre de Tokyo y el Monte Fuji, está situado al lado de la estación de Shiodome, y muy cerca de la de Shimbashi. A menos de 10 minutos andando se encuentra Ginza, una barrio muy conocido por sus tiendas de lujo, vistoso de día y de noche. Es el mismo barrio en el que trabajó dBt así que se lo conocía bien y me ha podido llevar a cenar bien y barato, y a ver (más) calabazas de Yayoi Kusama en un centro comercial. 

En la otra punta de la ciudad, a unos 11 km, está Nakano, un barrio con un centro comercial especializado en toda la parafernalia manga, todo un universo friki al que hemos estado a punto de sucumbir. Nos encantó verlo aunque en realidad acabamos allí por Murakami, ya que hay un café y varias tiendas especializadas en todo su mundo de margaritas (tema que dejo para otra entrada). 

Parte de la fascinación de Tokyo es el contraste extremo entre barrios muy cercanos, entre los que se puede transitar andando. Así por ejemplo al lado de Harajuku, un barrio de casitas bajas, tienditas y calles peatonales, está Omotesando, con toda su arquitectura de vanguardia dedicada a las tiendas de mega-lujo. Y al lado de Shibuya, con su cruce mítico y masivo, rodeado de pantallas de televisión y anuncios luminosos, está Daikanyama, otro barrio de callecitas, super tranquilo, con una librería absolutamente fantástica, que descubrimos gracias a la Guía de Tokio para modernos.  







lunes, 18 de diciembre de 2017

Teleférico en Shodoshima

Por casualidad, o más bien por error, acabamos en la isla de Shodoshima, una vecina grande de Naoshima. En realidad, el plan original era ir a otra isla, Teshima, dónde también han creado un museo de arte contemporáneo con muy buena pinta. Pero nos liamos con los horarios de los ferrys, porque estaba todo en japonés, y tuvimos que improvisar un plan alternativo. Así que acabamos en Shodoshima, porque vimos una foto con una garganta y un teleférico y aquello prometía buenas vistas. Al final, resultó una excursión algo estresante porque, de nuevo, toda la información estaba en japonés.  Tuvimos que guiarnos por la intuición para coger el autobús de la isla y por Google Maps para saber dónde bajarnos. El último tramo, hasta el teleférico, lo completamos en taxi.  



domingo, 17 de diciembre de 2017

Tradición japonesa en Takamatsu

El viaje a Naoshima ha acumulado incidencias. La primera fue que no pudimos alquilar coche porque  descubrimos, al ir a recogerlo, que el carnet de conducir de España no es válido allí. Tuvimos que reconvertirnos sobre la marcha al transporte público. La segunda incidencia fue que el alojamiento no lo teníamos reservado en la isla sino en tierra firme, en medio de ninguna parte. Sobre la marcha, decidimos anularla y quedarnos directamente en la ciudad del aeropuerto, Takamatsu, en un hotel al lado del puerto. 

Takamatsu es una ciudad bastante grande, unos 400 mil habitantes y, aunque no tiene grandes atracciones turísticas, conseguimos sacarle partido. Enfrente del hotel teníamos el parque Tamamo, con los restos del castillo, residencias y fosos del antiguo señor feudal. Me gusta mucho esa arquitectura tradicional en madera aunque en invierno andar descalzo por esos tatamis fríos hace que pierdan parte de su encanto. El frío acompañó también nuestra experiencia del Parque Ritsurin, considerado uno de los jardines japoneses más bonitos del país. Acumula lagos, puentes, islas artificiales y vegetación variopinta. Nos gustó mucho aunque suponemos que la primavera o el verano son momentos más floridos y agradables para visitar un jardín tradicional. 



sábado, 16 de diciembre de 2017

Arte en Naoshima

Este viaje a Japón está siendo la apoteosis de las calabazas. Primero han sido las de Tokyo, en el museo de Yayoi Kusama, y ahora en la isla de Naoshima, dónde hay un par de ellas al aire libre, la roja en el puerto de llegada y la amarilla en la zona de los museos. Para completar la Kusama-obsesión, el ferry que te lleva a la isla y el autobús que la recorre están decorados con sus famosos lunares rojos. 

Teníamos muchas ganas de visitar Naoshima porque se ha convertido en un destino mítico para los amantes del arte contemporáneo. En una pequeña isla de 3.000 habitantes han ido creando, desde hace 25 años, varios museos de arte contemporáneo y diseminando obras aquí y allá. Toda la idea es combinar y camuflar arte y naturaleza, una idea que debe ser especialmente atractiva en primavera y verano con la cercanía entre las playas y las obras de arte. 

Los museos principales son 3: Chichu Art Museum, Lee Ufan Museum y Benesse House. Todos son obra del arquitecto japonés Tadao Ando que juega a integrar los edificios de hormigón en el paisaje. Se supone que todo tiene un punto zen, de meditación y silencio, pero a mi me parece que también hay un punto inquietante, como de realidad distópica: pasadizos estrechos, rampas zizagueantes, muros inclinados y señoritas vestidas de blanco, como salidas de Star Trek, para enseñarte y guiarte por las distintas salas. Es toda una experiencia, casi religiosa, que aún estoy digiriendo 







viernes, 15 de diciembre de 2017

Museo de Yayoi Kusama

Hemos ido a visitar el nuevo museo de Yayoi Kusama en Tokyo, un edificio estrechito, color blanco nuclear, en una zona algo alejada del barrio de Shinjuku.  Lleva sólo un par de meses abierto y las entradas están agotadas para los siguientes meses pero conseguimos unas de reventa a través del hotel de dBt. Salieron algo caras por metro cuadrado ya que el museo es la mínima expresión, distribuido en tres mini-plantas y terraza.  En la primera sala hay cuadros en blanco y negro, en la segunda cuadros multi-colores, en plan explosión de psicodelia, y en la tercera, hay un pequeño cuarto con un campo de calabazas iluminado. La visita se remata con la terraza, que alberga una gran calabaza cerámica y un balcón con vistas al atardecer de Tokyo.