Naciones Unidas

Con mi madre, me acerqué a visitar el Palacio de Naciones Unidas. Para la Cúpula de Barceló es necesario reservar con meses de antelación, así que eso queda como visita pendiente. Vimos desde el exterior la fachada principal y la avenida de las banderas y, por supuesto, esa plaza de las fuentes y la (famosa) silla rota, en realidad una escultura anti-minas personales.

Estoy contento de haber traído a mi madre en esta época del año, arranque del verano, con días super largos y luminosos. El atardecer en el lago desde el apartamento es muy relajante, y el calor ha sido soportable, salvo un día, gracias a las constantes brisas. Pinta que el verano puede ser bastante llevadero. 

Abuela en Ginebra

Me he traído a mi madre a Ginebra una semana, de miércoles a miércoles. La semana pasada me tomé 3 días de vacaciones: el miércoles para la operación traslado y jueves y viernes para hacer algo de turismo. Hemos tenido incidencias varias: pérdida de su maleta, que llegó al día siguiente, mareos, una caía muy aparatosa en casa, cansancios varios y también algo de nostalgia y lágrimas por mi padre. 

Pese a todos las incidencias, hemos pasado unos buenos días de vacaciones. Estos días la ciudad ha estado muy animada, con escenarios por todos lados para celebrar la "Fête de la Musique". Hicimos los básicos de la ciudad: el reloj floral, el chorro de agua, el casco viejo y la catedral y por supuesto, el lago. Aproveché para darme el primer chapuzón y, pese a mis temores, he de decir que el agua está bastante buena. 

Aunque mi madre ya no está para muchos trotes, estos días hemos caminado mucho. No deja de ser envidiable que a sus casi 93 años siga tan activa, curiosa y camine tanto. A partir de mañana, llegará David para relevarme y para que yo pueda volver a la oficina. 

Aterrizaje en Ginebra

Esto de los aterrizajes tiene un poco de arte y un poco de lotería. De arte, porque cuando conoces los aeropuertos sueles saber cuál es la configuración de la pista de aterrizaje más frecuente. Es decir, por dónde va a entrar el avión y en función de eso que vistas son más interesantes, las de la derecha o las de la izquierda. Por ejemplo, cuando vuelo a Vigo siempre cojo ventanilla derecha porque es la que permite ver la ría y el Puente de Rande en el 90% o más de los casos. Claro, que el factor lotería continúa y en algunos casos, en función del viento, el avión entra en Vigo desde Porriño y en realidad las vistas buenas, a la ría, caen del otro lado. 

A Ginebra aún estoy pillándole el truco. El aeropuerto tiene más de una pista y también cambia de configuración con más frecuencia. El caso es que en el último vuelo, sonó la flauta y desde el lado izquierdo pude disfrutar de una panorámica completa de la ciudad. Después el avión continuó siguiendo el Lago Lemán, y giró de vuelta, permiendo ver Yvoire y Hermance, así como toda la rivera izquierda del lago y de vuelta Ginebra otra vez con el Jet d'Eau. Toda una suerte. Espero que se repita. 

Esas nubes

Este fin de semana, he estado en Vigo. Fue un viaje corto, ni siquiera 24hr. En el viaje de ida, desde Madrid, se podían ver nubes espectaculares, muy blancas, y con protuberancias muy vistosas. Luego supe que esas nubes tan bucólicas acabaron descargando abundante granizo en Castilla León. 

En el avión, mi mente vagó hasta aquel corto de un antiguo amigo artista que, con el título de "Esas Nubes", evocaba la nostalgia y la soledad de un chico que había perdido a su enamorado. Todo tan efímero:  las nubes, el amor, la amistad. 

En Vigo, estuve de paseo, con mi madre y Geni, la hija de mi madrina, en Bouzas. Desde el ictus de su madre, y la muerte de mi padre, nuestra relación se ha estrechado mucho. Algunas  relaciones se pierden o deterioran con el paso del tiempo, pero, afortunadamente otras se construyen o refuerzan... hasta que todos desaparezcamos como lágrimas en la lluvia. 

Festival de Street Food en Ginebra

Parece que los "puestos de comida callejera" son un clásico de los veranos ginebrinos. Ya me pareció por la gran variedad de oferta en  las Fiestas de la Ascensión, Feu ô Lac, en mayo. Ahora en junio, y durante 10 días, montan un "Street Food Festival" en la esplanada de Plainpalais. Alrededor de una gran carpa central, sitúan decenas de puestos de comida de todos los tipos, así como bares y mesas para sentarse. Tiene su gracia. Nos costó decidirnos, pero acabamos haciendo combinado de comida japonesa y mexicana. Y no nos dio ninguna pereza ir; como ahora tenemos bicicletas...

Berna

Gracias al concierto de Depeche Mode, hemos conocido Berna y eso ha sido todo un descubrimiento. Olvídate de Ginebra, Zurich o Basilea, la verdadera ciudad bonita en Suiza es Berna. Con razón es Patrimonio de la Humanidad, porque su casco histórico es una maravilla arquitectónica medieval, con casas de soportales y fuentes de colorines. Para completar el encanto, la ciudad antigua está en una especie de península, en un meandro del río y en una colina. Es ciertamente una ciudad muy fotogénica. 

Vimos a mucha gente flotando en el río y dejándose arrastrar por la (fuerte) corriente. Muchos llevaban una especie de boya salvavidas. Me encantó verles y me quedé con las ganas de probar esa experiencia, que seguro es de las de liberar adrenalina. 

Nos acercamos a ver la arquitectura contemporánea del Zentrum Paul Klee, de Renzo Piano. Es un edificio camuflado en el campo, una especie de ola con 3 crestas. Impactante de cerca y de lejos. No nos dio tiempo a visitarlo por dentro, pero así tendremos una buena disculpa para volver a Berna, una ciudad muy repetible, a 2 hr en tren de Ginebra. 

Depeche Mode en Berna

Anoche vimos el concierto de Depeche Mode en Berna, parte de su tour Memento Mori, alrededor de la fugacidad de la vida y la inevitabilidad de la muerte. Todo muy propio para un grupo que vi por primera vez hace 30 años, en aquel concierto mítico de Pontevedra. Años después nuestros caminos se cruzaron de nuevo en un concierto en Madrid que me dejó maravillado. Así que este ha sido nuestro tercer encuentro, a uno por década. 

La música de Depeche Mode me sigue encantando y su último single, Ghosts Again, me parece una obra maestra. En directo siguen sonando muy potentes, con mucha calidad. Sin embargo a las voces se les nota el paso del tiempo. No están nada mal, pero no son lo que eran. 

Disfrutamos el concierto, pero volvimos a Ginebra a la 1 y media de la mañana, cansados y con la sensación de que, quizás tengamos que dosificar nuestros esfuerzos algo mejor. El concierto fue el remate final de un fin de semana intenso, entre el Pride de Ginebra y el estreno de las bicicletas. 

Estrenando bicicletas en Ginebra

Hemos comprado bicicletas en Ginebra y estamos encantados. Veremos cuánto nos dura la novedad. Creemos que es una ciudad ideal para tenerlas y poder ir de excursión por los alrededores durante el buen tiempo. Un gran incentivo ha sido el hecho de tener espacio para guardarlas: el sótano del edificio tiene zona de aparcamiento y en nuestro trastero cabe también al menos una. 

Ayer estrenamos las bicicletas con un paseo al atardecer en el lago, que tiene carril bici y es una zona llana, ideal para este arranque de etapa. Estamos algo desentrenados, pero ilusionados. David tiene más seguridad que yo porque siempre hubo bicicleta en su casa. Para mi, en cambio, es la primera. Nueva etapa. 

Orgullo Gay en Ginebra

Este fin de semana ha sido la celebración del Orgullo Gay en Ginebra. Son 3 días de celebraciones, de jueves a sábado, alrededor del "Village des Fiertés": una zona de fiestas montada en el Parque de los Bastiones con puestos de asociaciones LGBTQ, bares, kioskos de comida y escenario para actuaciones. 

El plato fuerte de las celebraciones del Orgullo en Ginebra es la marcha que ha recorrido hoy la ribera derecha del lago y el centro de la ciudad. Ha estado animada y colorida, con bastante afluencia de público, pero, lógicamente, sin los mogollones de las celebraciones en Madrid, París, Amsterdam o Londres. 

Ginebra - Zurich en tren

Ayer asistí a una conferencia de Recursos Humanos en Zurich. Cada vez participo en menos porque me aburren más, pero esta vez la agenda, con varios temas de compensación y beneficios, me interesó lo suficiente como para desplazarme. 

Zurich está a algo menos de 3 horas en tren desde Ginebra, así que hice el viaje en el día, con salida al amanecer y vuelta al atardecer. Como ya tuve ocasión de comprobar en el viaje a Davos de enero, el recorrido en tren atravesando Suiza es una preciosidad, de quedarse literalmente embobado mirando por la ventana. 

Después de la conferencia, tuve una hora y media de paseo largo por Zurich. Me encantó reencontrarme con la ciudad, que me pareció más grande y cosmopolita que Ginebra (en realidad lo es). Hacía 5 años de mi despedida de la ciudad y nada hacía presagiar entonces que acabaría viviendo en el país. Me sorprende a mí mismo la sucesión de etapas profesionales y vitales que voy acumulando, y lo rápido que pasan todas.