martes, 21 de julio de 2009

Excursiones por Ribadesella

Queríamos hacer el descenso del Sella pero esta vez no pudo ser. Hacía frío y llovía en Asturias, no era cuestión de sentirse un miserable subido a una canoa. Aprovechamos el fin de semana largo (llegamos el jueves de la semana pasada por la noche) para hacer excursiones varias, y que dvt conociera la zona. Uno de los días estuvimos de playas (La Vega, Barro, Niembro): todas espectaculares, pero sin sol. Increible que se hayan salvado hasta ahora del urbanismo hortera. Otro día subimos a Picos de Europa, pero no a Covadonga sino al funicular de Bulnes. Está en funcionamiento desde 2001 y no lo conocíamos ninguno. El trayecto dura unos 7 minutos, atravesando la montaña (nada de vistas) y te deja a unos 10 minutos andando del pueblo de Bulnes, muy cuidadito y con un paisaje espectacular alrededor.
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El domingo, antes de venirnos, visitamos la Cueva de Tito Bustillo. Tuvimos mucha suerte de encontrar un hueco reservando el día anterior. Habitualmente es necesario reservar con muchos días/semanas de antelación. La visita dura casi una hora y media, porque la cueva es muy grande y tiene numerosas pinturas. Te van contando las condiciones de vida en el Paleolítico e impresiona imaginarse a aquellos hombres con sus pieles y sus lamparitas pintando las paredes. La sala de los Polícromos está repleta de motivos: caballos y renos principalmente. Muy bien ejecutados, aprovechando la perspectiva y recovecos de la propia piedra. Hace tantos miles de años y esas personas ahí pintando, diciendo cosas... Hay un recoveco con vulvas pintadas que no se puede visitar y al lado un montón de formas fálicas de las estalactitas y estalagmitas. Están construyendo un museo en el que van a reproducir todo (y en consecuencia restringir más las visitas a la cueva real). Me gustó mucho estar allí dentro, en esa cavidad tan inmensa y larga, con todas esas pinturas, e imaginar que compartía un espacio que habían pisado miles de años atrás otros hombres con esa sensibilidad y capacidad artística.
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Creo que parte de mi impresión con la Cueva de Tito Bustillo es esa sensación de irrealidad que tengo con el paso del tiempo. Como que me supera ese compartir un espacio y pensar en otras personas que estuvieron y ya no están. Como mi prima Pili, a la que vi en Gijón en mi anterior visita a Ribadesella. Y que ya no está, aunque su tono de voz, su expresión y sus frases sigan en mi cabeza. Esta vez vimos sólo a su novio. Fue una sensación algo rara, algo triste. Pero me alegro de haberle visto por fin, y compartir con él paseo, cena y charla.
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Este viaje ha sido el estreno de la casa de jap, ya acabada pero sin muebles. Utilizamos colchones hinchables. Con eso, el frigorífico y el hornillo, ya se puede hacer vida perfectamente. Queda mucho trabajo por delante con la casa y la finca, pero al menos ya se puede disfrutar. Tal vez aún nos dé tiempo este año a volver para hacer el descenso del Sella...

sábado, 4 de julio de 2009

Haarlem y la playa de Amsterdam

Estoy a punto de salir para la mani del Orgullo Gay en Madrid, pero antes quiero dejar constancia aquí de mi último descubrimiento en Holanda. La semana pasada estuve de reuniones de trabajo en Haarlem, un pueblecito a 20 minutos en tren desde Amsterdam, en dirección Oeste, hacia el mar. Digo pueblecito porque aunque tiene unos 200 mil habitantes, conserva esa atmósfera de pueblo con su molino, canales, casas de ladrillo, sus bicis.... Muy holandés todo, vamos, en la línea de Utrecht o Leiden, que son otras buenas excursiones desde Amsterdam en tren.
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Haarlem tiene un par de museos interesantes, uno dedicado al pintor Frans Hals y otro llamado Teylers, pero no tuve tiempo para visitar ninguno de los dos. El poco tiempo libre del que disponía lo utilicé para visitar la catedral, que merece claramente la pena por su bóveda y su mega-órgano. También aproveché para alquilar bici y darme un voltio de un par de horas. Me he convertido en un forofo de la bici en Holanda. Es todo tan llano y hay tantos senderos en el país que es una auténtica gozada.
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Iba camino de la playa en bici, pero por el camino encontré la entrada a un Parque Nacional que se llama Zuid-Kennemerland. Impresionante. Es una zona inmensa atravesada por senderos peatonales o para bicicletas (están claramente separados). Un bosque enorme de dunas y lagos interiores con laderas de arena. Había gente tomando el sol, en plan playa, claro. El parque acaba en el mar, en una playa kilométrica. La zona de la playa está muy explotada con cientos de casetas y bares, pero de la playa hacia el interior todo son dunas, bosques y lagos. Fue una pena no tener más tiempo pero al menos ya sé que existe y además es super fácil llegar desde Amsterdam (en aproximadamente media hora de tren estás en la playa).
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Cuanto más descubro Holanda más posibilidades de turismo y ocio le veo. Es un destino super cómodo porque la red ferroviaria funciona muy bien. En plan Cercanías desde Amsterdam puedes hacer un montón de cosas diferentes; incluido, ir a la playa.