Museo de Arte y de Historia de Ginebra

Llevamos meses evitando el museo principal de Ginebra, el MAH, por aquello de que una vez que lo veamos ya no hay otro. No es del todo cierto, pero casi, porque museo-museo, con edificio grandioso y colección relevante sólo hay este. 

Conocíamos el Museo de Arte e Historia desde nuestra primera visita a la ciudad y teníamos un buen recuerdo. Yo recordaba sobre todo las grandes obras de Hodler. Sin embargo esta segunda visita, años después, nos impactó mucho más. El motivo, más allá de re-descubrir la arquitectura grandiosa del edificio y su colección permanente, fue que hay toda una serie de intervenciones y obras de un artista contemporáneo invitado, el belga Wim Delvoye al que le han dado "carta blanca" para sus instalaciones. Nos quedamos literalmente embobados con su sistema de raíles y bolas de acero rodantes que atraviesan los muros y los cuadros. Se queda hasta junio así que es probable que repitamos, no vaya a ser que el próximo artista que inviten no nos guste nada. 

Mr Chat en Nápoles

Una de las agradables sorpresas del centro histórico de Nápoles ha sido tropezarnos con varios grafittis de Mr Chat, un artista urbano de París, bastante afamado. A mí sus gatos nunca me han vuelto loco, hasta el punto de que nunca he fotografiado los de París. Sin embargo, me ha hecho gracias encontrármelos en Nápoles y hasta los he visto más simpáticos. 

El patrimonio religioso de Nápoles

La primera impresión de David sobre Nápoles fue que era cómo Chennai, en India. Era su forma de expresar la sorpresa por la mezcla de suciedad y edificios destartalados. Sin embargo, con los días fuimos superando esa aversión inicial y aprendido a apreciar la vitalidad de las calles y el enorme patrimonio religiosos (y civil) omnipresente. Las iglesias son innumerables, unas 300, y todas las que visitamos, empezando por la Catedral, son muy monumentales. Son también muy numerosas las cúpulas. 

Con todo lo que más nos llamó la atención en las calles de Nápoles fueron las urnas con santos y vírgenes en las calles, en plan mini-altares en cualquier muro o esquina, y también la presencia de esquelas en carteles pegadas por las calles (dos últimas fotos). Es un poco tétrico, pero quizás un buen recordatorio, de lo efímero y relativo que es todo.  

Las mejores vistas de Nápoles

Dejamos para la última tarde en Nápoles la subida al Castillo de Sant'Elmo, que domina toda la ciudad. Hay varios funiculares que suben a esa colina (Vomero, se llama). Nosotros usamos el de Montesanto. El acceso al recinto del castillo es de pago, 2-3 euros, pero merece ciertamente la pena porque es la única manera de conseguir una vista de 360º de la ciudad. A un lado el Vesuvio, el puerto y el centro histórico, hacia el otro la Plaza del Plebiscito, la costa, y las islas de Procida e Ischia. Por supuesto, también se ve perfectamente la isla de Capri, que nos queda pendiente para otra visita. Es una vista maravillosa, y especialmente, al atardecer; un auténtico "imperdible" de Nápoles. 

Plaza del Plebiscito en Nápoles

Más allá del Centro Histórico de Nápoles, los puntos de interés de la ciudad se concentran en torno a la Plaza del Plebiscito, marcada por una gran basílica, al estilo Panteón y una columnata exterior semicircular. Enfrente, se sitúa el Palacio Real y al lado la Galería de Umberto I, al estilo de la de Milán pero más deteriorada. Todo el conjunto arquitectónico es muy monumental y... descuidado, en la línea general de Nápoles. Por ejemplo, la columnata de la Plaza del Plebiscito está ocupada por tiendas y gente sin techo. Me recordó a la Bolsa de Comercio de París, antes de la rehabilitación de la zona. 

No lejos de toda esa zona se accede al único punto de Nápoles con salida al mar, en las inmediaciones del Castell del'Ovo. Hay puerto deportivo, zona de restaurantes y un paseo con vistas a la costa y a la puesta de sol. Se agradece ese agradable acceso al mar en una ciudad costera, pero cuyo enorme puerto supone una enorme barrera física en el resto de la ciudad. 

MANN, Museo Arqueológico Nacional de Nápoles

El complemento ideal a la visita a Pompeya es el MANN, el Arqueológico de Nápoles, considerado uno de los mejores del mundo. Atesora muchas de las pinturas murales y mosaicos de Pompeya y Herculano, más toda una colección impresionante de escultura romana, como el famoso Hércules de la colección Farnesio, o el pequeño Fauno de la casa del mismo nombre en Pompeya. En su interior se encuentra también el denominado "Gabinete Secreto" en el que se guardan las obras de contenido erótico, o directamente porno. 

El salón de la Meridiana tiene un reloj de sol en el suelo y en el centro la escultura del Atlas Farnesio que soporta la bola celeste, con las constelaciones del Zodiaco, sobre los hombros.

El museo alberga también un modelo a escala 1:100 de las excavaciones de Pompeya a finales del siglo XIX. Es una maravilla absoluta, con un nivel de detalle increíble, incluyendo las pinturas murales de las casas!. 

Isla de Procida

La isla famosa, desde Nápoles, es Capri, pero nosotros fuimos a Procida, porque G y M de Lux, que nos han orientado mucho para este viaje, nos habían soplado que es menos turística y también muy bonita. 

El viaje en ferry a Procida permite buenas vistas del puerto y la ciudad de Nápoles, con su boina de contaminación, y de la silueta del Vesuvio. 

Procida es muy pintoresca y fotogénica. Desde la Marina dónde te deja el barco, se asciende hasta Terra Murata, el núcleo histórico y punto más alto, con muy buenas vistas hacia Corricella, un pueblo de pescadores, peatonal y con multitud de casas de colores. Hay varias terrazas con restaurantes, así que constituye muy buen plan para comer y además es también el lado más soleado de la isla.