sábado, 26 de noviembre de 2022

La oficina de Ginebra

Llevaba muchos años sin trabajar con un puesto fijo en una oficina. La última fue en París, hace 4 años y medio. En mi último trabajo, o viajaba o trabajaba desde casa. Ahora, en Ginebra, trabajo en una especie de "pequeño campus", situado a 15 minutos en autobús de la ciudad. Es un recinto que alberga dos edificios principales, bien conectados e integrados, que constan de 3 plantas descendentes, aprovechando la inclinación del terreno, en una ladera que baja hacia el lago. Algo más alejados,  se encuentran varias "villas" o casas tipo chalet que se utilizan también como oficinas. 

Sólo llevo 2 semanas trabajando en el nuevo entorno y aún me quedo extasiado con las vistas al lago y a las montañas de enfrente. Me encanta salir a los jardines para hablar por teléfono y dar un pequeño paseo. Hay algunos árboles de gran porte que todavía conservan los colores otoñales y me resulta todo muy bello y relajante. También hay arte contemporáneo diseminado por aquí y por allá. 

El interior de la oficina está en proceso de renovación. Ya queda poco para que finalicen las obras. Es todo muy funcional y moderno, como de empresa tecnológica, con espacios compartidos y sin asignación permanente de puesto de trabajo. Hay también un pequeño bistrot que sirve desayuno gratuito y un restaurante más grande con comida subsidiada de gran calidad. 

Estoy muy contento con el entorno de trabajo, con mi equipo y con la gente de la organización que voy conociendo hasta el momento. Todo eso me ayuda a superar la pereza inicial que me daba el comenzar a trabajar y el traslado a Ginebra. 




miércoles, 23 de noviembre de 2022

Arranque de etapa en Ginebra

Llevo ya unos cuantos arranques de etapa profesional (y, por lo tanto, vital) en estos últimos años, tantos que me canso yo mismo de pensarlos: el primero de París (2010), el de Londres (2012), la vuelta a París (2014) y el arranque en Praga y Frankfurt (2018). Con cada nuevo arranque ha venido también una despedida de la etapa anterior. Mi sobrino (entrópico) dice que no conoce a nadie que gestione tan bien el cambio, pero lo cierto es que último cambio profesional me ha costado bastante. 

Comencé mi nuevo trabajo en Ginebra el 15 de noviembre, el martes pasado, hace apenas una semana. Me daba mucha pereza, y también algo de tristeza, despedirme de mi vida en Madrid y alejarme de mi familia en Vigo, ahora que se acumulan los problemas de salud. He gestionado mi resistencia al cambio comprando billetes de Iberia como un poseso, para garantizar que puedo seguir yendo a Vigo al menos una vez al mes y a Madrid, con más frecuencia. Como resultado, tengo un calendario de viajes bien completito de aquí hasta abril de 2023.

Los primeros días en Ginebra han sido mejor de lo esperado. Supongo que mis expectativas eran muy bajas y me sorprendió gratamente que la temperatura fue bastante suave la semana pasada (esta ya ha bajado significativamente y ya hay nieve en los alrededores). Es todo muy bucólico: el lago, las montañas, los barquitos, los edificios con aire parisino... Hay una mezcla de aire provinciano y cosmopolitismo, que se nota en la población muy internacional, y en el estilo de tiendas. 

David estuvo por aquí la semana pasada un par de días y juntos abrimos una cuenta bancaria e hicimos la primera salida para ver pisos, acompañados de la agencia que nos ayuda con todo el proceso de búsqueda. Los precios son desorbitados, particularmente de los pisos amueblados, así que centraremos la búsqueda en los vacíos a partir de ahora.  

La ciudad es pequeña pero más grande, y algo más vital, de lo que habíamos experimentado  hace años en una primera visita. Hay también más museos de los que pensábamos. En uno de ellos tenían hasta la semana pasada una instalación muy bien hecha de video mapping, ante la que se congregaba numeroso público cada tarde. Supongo que era uno de los grandes eventos de la temporada.




lunes, 14 de noviembre de 2022

Quincena de hospitales y despedidas

Ha sido una quincena extraña, marcada por hospitales. Desde la vuelta de las vacaciones en Tenerife y El Hierro, he estado en Vigo dos veces, una al principio de la quincena y otra al final, acompañado por Juan. En la primera de las visitas llevé a mi madre a urgencias y en la segunda a mi padre a hacerse dos TAC, que le generaron ataque de ansiedad. No fueron momentos agradables, pero al menos tuve la satisfacción de acompañarlos en momentos de gran fragilidad para ambos.

A pesar de la complejidad de la situación en Vigo, peor lo ha tenido David en Zaragoza, dónde se pasó 10 días acompañando a su madre y despidiendo a su padre, ingresado en el hospital del Parque Grande. Yo me acerqué a ver a toda la familia un par de días. 

Los hospitales han consumido esta primera quincena de noviembre y con ella la recta final antes de mi arranque laboral en Ginebra. La única actividad extra-hospitalaria reseñable, fue Luzia, el último espectáculo del Cirque du Soleil, que tanto nos había gustado en Londres. Fue un pequeño destello de belleza, en medio de muchas tristezas y preocupaciones. 






martes, 1 de noviembre de 2022

Los Gigantes

Nuestra última actividad turística en Tenerife fue la menos lucida y disfrutada de todas, y eso que se trata de uno de los sitios más afamados: los acantilados de los Gigantes

Por un lado, llegar allí se convirtió en un vía crucis.  La carretera entre Masca y Santiago del Teide es muy "escénica", pero también diabólica. Tiene bastante tráfico y es estrecha, así que se producen pequeños "atascos" en algunas de las curvas más cerradas. Tuvimos maniobras complicadas para dejar pasar un autobús y David se acabó mareando. Total, que es una carretera con vistas muy espectaculares, pero que no disfrutamos. 

Por otro lado, el puerto de los Gigantes como tal no nos gustó nada. Es super turístico y muy de batalla: locales sin gracia y arquitectura especulativa. Los acantilados como tal son muy chulos, pero la mejor manera de disfrutarlos es desde el mar, con barco o kayak, y nosotros no teníamos el cuerpo para más movimientos, después de la experiencia de la carretera. 

Pese a la decepcionante experiencia final con los Gigantes, la isla de Tenerife nos ha encantado. Es un destino que ofrece numerosos puntos de interés, histórico y paisajístico, con una oferta turística amplia, tanto en gastronomía como alojamiento. Es, además, una buena base para explorar las islas más pequeñas, así que sospecho que repetiremos en algún momento del futuro.