lunes, 15 de agosto de 2022

Agosto en azul y negro

No hay dos sin tres. A la demencia de mi padre, y el cáncer de mi cuñada, se ha sumado ahora el ictus de mi madrina. Estamos ante un agosto negro. Así las cosas, mi fin de semana en Vigo fue menos apacible de lo esperado, pero me alegré mucho de que la nueva crisis de salud me pillara por allí. 

Subí el sábado de madrugada en autobús desde Lisboa hasta Oporto y desde allí hice el trayecto hasta Vigo en coche, con mi sobrino entrópico y su reciente novia taiwanesa. Fue una buena oportunidad para ponernos al día. Están muy felices pero es todo muy incierto, dados los potenciales problemas de visado que puede acabar teniendo ella. 

El resto del fin de semana fue un mono-tema de asuntos sanitarios. Con mi padre estamos ensayando la posibilidad de un centro de día. No parece que vaya a funcionar y es más probable que acabemos encontrando a alguien que pase tiempo con ellos en casa. En lo que respecta a mi cuñada acaba de superar su primer ciclo de quimioterapia. Ha ido todo relativamente bien, pero la cosa no ha hecho más que empezar. Al menos, los ánimos están bien altos. 

Por último, lo de mi madrina va para largo. Habla y su cabeza parece funcionar correctamente, pero tiene el lado izquierdo muy paralizado. La recuperación va a ser larga. Su ingreso sirvió para que visitara el nuevo hospital de Vigo, un enorme edificio de arquitectura ultra-moderna en azul y negro, que a ratos parece un hotel.