domingo, 8 de enero de 2023

La semana más dura

Esta primera semana de 2023 ha sido "heavy metal", un torbellino de emociones fuertes y conversaciones intensas a muchas bandas. En general, la he llevado bastante bien, con breves momentos de bajón y lagrimones, pero en general muy centrado en gestionar la situación, minimizando el sufrimiento de mi padre y acompañando todo lo posible a mi madre. 

El domingo pasado, día de Año Nuevo, con mi padre en casa, fue dantesco. David y Juan vivieron momentos super duros, que estoy seguro recordarán toda la vida. El lunes 2 fui al Centro de Salud de Sárdoma a primera hora para solicitar la atención domiciliaria o su ingreso hospitalario. La médico que me atendió fue super borde, pero no me alteré en ningún momento. Fui frío como un témpano, tipo ejecutivo, para solucionar la situación y ella acabó llamando al 061. Cuando llegué a casa de vuelta, ya estaba la ambulancia recogiendo a mi padre. Me fui con ellos a urgencias del Cunqueiro y esa tarde lo ingresaron en una habitación del Meixoeiro de la que ya nunca saldría. 

Los días posteriores, el martes 3 y el miércoles 4, fueron de conversaciones serenas pero muy serias con la geriatra y el equipo de enfermería. Siguiendo sus protocolos, la agonía podía haberse demorado mucho tiempo, pero al final todo fue super rápido, con fallecimiento el 5 y homenaje de despedida en el Cementerio de Pereiró la tarde del día 6. 

Toda la familia tuvo oportunidad de despedirse de mi padre, y él fue consciente a ratos.  En medio de sus delirios sobre la Guerra Civil, tuvo instantes de conexión con cada uno de nosotros y momentos de amor infinito. Yo soy el que más tiempo pasó a su lado estos últimos días y conmigo me llevo un montón de pequeños momentos de cariño y conexión. Fue un final épico y ahora sólo nos queda a todos acostumbrarnos a la idea de no volverlo a ver, ni volver a oírle cantar.