Odaiba y Plensa
Nuestro
último día en Tokyo nos acercamos a los jardines de Hama Rikyu, que
teníamos al lado del hotel. No son tan grandes ni espectaculares como los de Tamakatsu
pero, a cambio, tienen el aliciente del perfil urbano de Tokyo como telón de
fondo. Mucha gente abomina de estas combinaciones parque-asfalto,
pero a nosotros nos encantan, siempre que la arquitectura sea buena, y no unos edificios cualquiera.
Los jardines tienen un embarcadero desde el que se puede acceder a Asakusa (un barrio tradicional que no visitamos en este viaje) y a la bahía de Odaiba, nuestro siguiente destino. Ir a la bahía tiene 3 alicientes: disfrutar de las vistas
de la ciudad, hacerse una foto en la Estatua de la Libertad con el puente al fondo
y… ver la mega-estatua del Gundam, una especie de Mazinger Z a escala real, unos 20 metros. La verdad es que esto último es una frikada, una auténtica desmesura al servicio del cómic, pero la habíamos visto en el viaje anterior en versión espectáculo nocturno y queríamos ser fieles a la tradición.
Para compensar la inversión en cultura trash, nos
acercamos después a Toranomon Hills, un rascacielos en el que hay instalada una escultura de Jaume Plensa en el jardín. Este hombre se ha hecho
super popular en poco tiempo y a nosotros nos encanta ir encontrándonos con sus obras por el mundo.