martes, 15 de septiembre de 2020

De vuelta en Copenhage

Llevaba 6 meses sin viajar por trabajo. No puedo decir que lo echara de menos porque en realidad en todo este tiempo covid tan loco he aprendido a trabajar desde casa de forma permanente y lo llevo francamente bien. Incluso pienso que sería difícil para mí volver a un trabajo de oficina 100%. 

El caso es que retomo las cosas dónde las dejé: el último viaje, antes del Apocalipsis, fue a Copenhague,  con una extraña vuelta a París a través de Londres. Releo ahora aquellas entradas y revivo lo extraños que fueron aquellos días, antes de la Gran Reclusión. Seis meses después he vuelto a Dinamarca, con una carta de invitación de mi empresa debajo del brazo para que me dejen entrar en el país y con una PCR negativa hecha 48 horas antes del viaje por aquello de no sentirme responsable de crear un brote de covid en nuestra oficina danesa. Así  ha cambiado el mundo. 

Aterricé en Copenhague el domingo por la mañana y aproveché la tarde para acercarme al Museo Nacional de Dinamarca. Fue extraño pasear por la ciudad y por el interior del museo sin mascarilla (sólo es obligatoria en el transporte público). Me sentía intranquilo y a ratos casi me costó relajarme en presencia de otros humanos. 

La elección de museo fue un acierto aunque me gustaron más la Gliptoteca y el SMK. Este es enorme y no todas las secciones son interesantes. Presente una evolución cronológica de Dinamarca, y además una sección de "estilo etnográfico" que recorre otras culturas del mundo y otra sección adicional con obras de arte antiguo (babilónico,  egipcio, romano, griego...). Contra todo pronóstico lo que más me gustó fue la sección de arte neolítico (por el ejemplo el carro con un disco solar tirado por un caballo que simbolizaba los movimientos del sol) y una exposición temporal sobre los vikingos que los representa bien guapos y elegantes. Esas fueron las secciones que me permitieron descubrir y aprender algo nuevo, que no hubiera visto en ningún otro museo. 

Después de la visita al museo, quedé para tomar algo con una antigua compañera del Máster de Dauphine. Es una alemana casada con un francés y ahora los dos viven en Copenhague. Estuvo muy bien reencontrarse y compartir historias interculturales alrededor de la pandemia.