sábado, 10 de octubre de 2020

Los museos de Djurgården

Estocolmo es una ciudad con muchísimos museos, unos 80, he leído. Cuesta entender cómo se puede mantener abierta semejante oferta. Dedicamos el sábado a visitar varios próximos entre sí en la isla de Djurgården, una de las numerosas islas que forman esta ciudad-archipiélago. 

Nuestra primera parada fue Abba The Museum, por aquello de empezar por la cultura popular. En realidad es una exposición bastante interactiva, con áreas para que cantes, te hagas fotografías, te subas a un escenario... No hicimos nada de eso pero aún así nos gustó más de lo que esperábamos, tal vez porque aprendimos cosas del grupo que no sabíamos, vimos de cerca el vestuario, o simplemente porque la música en sí misma que rodea todo el espacio ya te alegra el día. 

Al salir del museo de Abba llovía a cántaros así que nos refugiamos en la vecina Galería Liljevalchs, de nombre imposible. Pertenece al ayuntamiento de Estocolmo y fue creada hace más de un siglo. Sólo tienen exposiciones temporales pero le están construyendo una ampliación y tal vez el planteamiento cambie a futuro. Ahora mismo hay una exposición de un pintor sueco también de nombre imposible: Hilding Linnqvist. Sin llegar a volvernos locos, vimos varios cuadros que nos gustaron y, además, al salir ya había parado de llover. 

Nuestra última parada fue el Museo Vasa, un museo alrededor de un barco, un galeón de 1628 que se hundió el mismo día de la botadura en el puerto de Estocolmo. Estuvo enterrado en el fango y eso lo preservó  durante siglos, hasta que 333 años después (vaya número más curioso) lo recuperaron y lo restauraron pieza a pieza como un rompecabezas. A priori, no nos llamaba mucho ese museo pero leímos que era de lo más visitado y valorado de la ciudad. La verdad es que es una visita agradable y recomendable. Impresiona observar de cerca un barco de esas dimensiones  y pensar que es original (al menos en un 98%). Las esculturas de la popa son una maravilla y estaban policromadas. Tiene el emblema real sueco porque el barco era un encargo del rey. Se suponía que iba a ser la joya de la marina real pero hicieron mal los cálculos y el barco se escoró y hundió con el peso de todos los cañones que llevaba. Como broche del día, al salir de visitar el barco, pudimos disfrutar de un atardecer precioso en el puerto de Estocolmo.