viernes, 26 de junio de 2020

Alrededor de San Juan

Da pena ver los aeropuertos tan vacíos. Tanto Charles de Gaulle como la T4 estaban el lunes especialmente tristes y abandonados, con poca gente y la gran mayoría de los comercios cerrados. Máscaras, control de temperatura en el embarque, orden riguroso de entrada y de salida en el avión, toallita desinfectante para la mesita del asiento... Toda la experiencia es más ansiógena que de costumbre pero soportable.

Desde que estamos en Madrid el tiempo se nos ha ido en el piso, el reencuentro con amigos y también el trabajo. Me han coincidido días muy intensos de teleconferencias sin parar. 

Respecto al piso, una de cal y otra de arena. Por un lado, no cabe duda de que está quedando todo precioso y está todo prácticamente listo. Lo malo es que hay 3 fallos gordos todavía, de esos incomprensibles: 1/ una tabla de la tarima que lleva un barniz claramente diferente al resto; 2/ unas puertas de armario con "uñero" en el que apenas cabe el dedo meñique, con lo cual son imposibles de abrir y 3/ lo peor, el mueble de baño principal mal medido y mal hecho, que deja un lavabo pegado a una pared. Todo difícil de creer. 

Respecto a los amigos, aprovechamos San Juan para hacer un pequeño reencuentro en casa de jap. Eramos 8 y tomamos unos vinos y algo de picoteo. Nada de desenfreno ni conductas de riesgo, salvo los abrazos. Ese día estrenamos en el salón de jap los cuadros que trajimos de Kuala Lumpur el año pasado: las chicas de pelo azul y verde. Causaron muy buena impresión a todo el mundo. Se van a quedar ahí en préstamo indefinido. Nuestra idea, una vez que estemos instalados en Madrid, será rotar obras porque no tendremos sitio para exponerlo todo. 

Otra noche nos vimos con Oscar y Jaime y, de nuevo, repetimos la ceremonia de los abrazos. Creo que hay gente con mucha fuerza de voluntad, o mucho miedo, y no se abraza con familiares o amigos, pero yo lo veo francamente complicado después de meses sin verse. Me niego a asumir que un abrazo sea una conducta de riesgo indefinidamente y en toda circunstancia. Eso sí, no tomo la iniciativa y respeto siempre la distancia que quiera marcar la otra persona.