miércoles, 21 de agosto de 2019

Atardecer en Copenhague

Esta semana me toca trabajar primero en Copenhague y luego  en Holanda. La tarde del martes estuve tentado de quedarme en el hotel y simplemente ir al gimnasio, pero tuve el feliz reflejo de dejar el ejercicio para cualquier otro día y aprovechar el atardecer de verano en Copenhague. 

Bajé en metro al barrio de Christianshavn pero en lugar de acercarme a Christiania seguí por el canal para ver los barquitos, y la gente en kayak. Caminando tropecé casi de forma natural con el masivo edificio de la Opera. En realidad es un edificio que ya había visto anteriormente, pero no sabía que era la Opera. Desde allí se divisa perfectamente el perfil de la ciudad, así que es un puesto privilegiado para ver el atardecer. 

Justo enfrente de la Opera, al otro lado de lo que parece un río pero es mar, porque aquí todo son canales entre islas, se encuentra la enorme cúpula de la Iglesia de Mármol. Es un edificio barroco con planta circular inspirado en la Basílica de San Pedro. A su lado, descubrí el Palacio de Amalienborg, residencia oficial de invierno de la familia real danesa.

Fue todo un caminar sin rumbo, algo improvisado y errático, pero acabó siendo una tarde-noche de trabajo deliciosa, en la que descubrí nuevos ángulos de la ciudad. Fueron casi 2 horas de paseo que me permitieron, además, reflexionar sobre el paso del tiempo y lo efímero que es todo. Creo que el momento filosófico me vino inspirado por los recientes preparativos de la fiesta de multi-cumpleaños de Baiona y la consciencia de lo mayores que son mis papis.