lunes, 31 de agosto de 2020

Rennes

Había estado en Rennes, por primera vez, con jap hace 9 años, de camino hacia España para devolver el coche de empresa. Era el momento de transición entre mi trabajo en una empresa farmacéutica, con base en París, y la incorporación a una empresa minera, con base en Londres. De aquella visita, recordaba algo la catedral y poco más. Hace unas semanas, paramos a comer en frente del Parlamento de Bretaña con Ronkede camino a Quimper. Así que este fin de semana, con Oscar y Jaime, era mi tercera visita. 

Como las visitas anteriores habían sido breves, esta fue la primera vez que tuve la sensación de conectar los distintos espacios y edificios principales. Y me gustó bastante. Presumen de tener el mayor número de casas de entramado de madera de Bretaña. Yo más que con el número, me quedo con el colorido y la decoración. Están muy bien conservadas, así que se puede apreciar bien la riqueza y belleza del trabajo de grabados y esculturas. 

En cuanto a la catedral, creo que la recordaba porque es bastante peculiar. Fue reconstruida y decorada en el XIX, y está dominada por dorados y ocres, en contraste con el azul hiper-moderno  del púlpito y el altar. Supongo que esa combinación cromática tan extraña la hace precisamente memorable.