sábado, 8 de agosto de 2020

Huyendo del calor en Quimper

Tras el 90 corona-cumpleaños en Vigo, regresamos a París. Hasta ahora el verano había sido muy benigno en la ciudad, pero al poco de llegar se inició una gran ola de calor que, por lo visto, afecta a toda Europa. Para evitar esos días, y sobre todo noches tórridas, nos hemos escapado unos días a Bretaña con Ronke.  Yo me he cogido un par de días de vacaciones para poder estirar el fin de semana. 

No es la primera vez que estamos en Bretaña, pero es una región que conocemos muy poco. Desde París hay casi 600 km hasta Quimper, nuestra base de operaciones en el Finisterre bretón. Valoramos ir en tren, pero fue imposible encontrar coche de alquiler en destino y, de hecho, también nos costó mucho encontrar uno en París. Menos mal que Ronke se animó a compartir la conducción, a pesar de que llevaba muchos años sin llevar un coche manual y con la configuración europea y no británica. 

Quimper es una ciudad con un casco histórico muy bien cuidado, con  casas de entramado de madera,  algunas plazas medievales y una catedral gótica. También tiene algunos ejemplos de arquitectura art-nouveau. El centro está a orillas del río Odet, que parece apenas un canal, atravesado por numerosas pasarelas con flores. Sin embargo, a las afueras de la ciudad el canal se transforma en un auténtico río y estuario. 

Como siempre me despierto pronto, y no habíamos quedado con Ronke hasta las 10 para ir de excursión, aproveché la mañana del sábado para salir a correr a lo largo del río. La ribera derecha tiene un sendero ideal para hacer deporte o simplemente pasear.