domingo, 16 de agosto de 2020

El Golfo de Morbihan y la Península de Quiberon

Oscar y Jaime son grandes viajeros. Han recorrido medio mundo y han perfeccionado su estilo de viajes, siempre provistos de coche y mapas en el iPad para poder llegar a los sitios más recónditos.  Con ellos, dejándonos llevar, recorrimos una buena parte del Golfo de Morbihan, que significa  en bretón "pequeño mar". Es ciertamente todo un mundo de recovecos, calas, islas, estrechos, penínsulas y barcos, demasiados barcos en realidad. Por todas partes hay puertos deportivos o zonas de fondeamiento. Las mareas dentro del golfo son muy grandes y potentes. El agua entra con mucha fuerza y a lo largo del litoral hay varios "molinos de marea", que yo no sabía ni que existían. 

Hicimos parada en varios puntos a lo largo de la costa, algunas simplemente fueron para estirar las piernas un poco en algún saliente para observar las vistas (y los barcos). Los puntos más significativos fueron el puerto de Arradon, el antiguo puente suspendido  del Bono y la punta de Kerpenhir, en el estrecho de entrada del golfo, dónde hay unas playas estupendas en el lado abierto al mar. En Locmariaquer paramos a comer una crêpe y beber algo de sidra en tazón, en típica tradición bretona (imposible escaparse: el 80% o 90% de los restaurantes son creperies).

Muy cerca del Golfo de Morbihan se encuentran la Bahía y la Península de Quiberon, que se introduce durante 14 km en el mar. En un lado de la península, el este, que mira hacia la bahía, hay playas y en el otro, el oeste, que mira al océano abierto, está la llamada "costa salvaje" (3 últimas fotos), una zona agreste de acantilados muy bonita. Definitivamente, un sitio al que no me importaría volver para hacer algo de senderismo.