Masculinidad
He acabado el libro "Héroes, científicos, heterosexuales y gays", el ensayo que dio pie a aquella curiosa conversación que narré en la entrada encuentro aéreo. El autor, Oscar Guasch, es profesor de Sociólogía del Género en la Universidad de Barcelona. Le conocí hace muchos años en el primer curso de Verano sobre Estudios Gays y Lesbianos que se hizo en la península. Aquel curso, organizado por Xosé M. Buxán, reunió a profesores e investigadores en temas gays de toda España y se recogió posteriormente en un libro titulado "ConCiencia de un singular deseo".
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El libro de Oscar Guasch analiza algunos modelos de masculinidad y cómo ésta siempre se construye socialmente por oposición a lo femenino y a lo homosexual, a lo que se otorga una categoría inferior. Ser un hombre de verdad tiene la recompensa social de ser aceptado por el resto de varones pero a costa del peaje de probarlo constantemente, y en todas las interacciones sociales. Y eso supone, por ejemplo, renunciar a todo aquello que se pueda percibir como poco varonil, incluyendo algunos aspectos de comunicación no verbal o la expresión de emociones. La masculinidad es así una especie de representación teatral.
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Toda esta idea tan Queer de la construcción social del género, es ciertamente muy interesante y se hace evidente cuando viajas a países no occidentales y observas las pautas de comportamiento masculino en los mismos. Eso te hace mucho más consciente de cómo la masculinidad se define socialmente, y no tiene nada de natural. Un ejemplo de ello es lo que comentaba en la entrada anterior respecto al ligue en Estambul entre hombres y trans. O la asociación de homosexualidad con pasividad sexual. O en general como en Turquía es muy habitual ver la presencia masiva de hombres en las calles, en las plazas, reunidos entre sí y nunca mezclados con mujeres, tomando té o fumando, pero en cualquier caso comportándose como auténticos hombres en su sociedad.