lunes, 24 de marzo de 2008

Ballenas y electrónica

La costa de California es de las zonas del planeta con más concentración de ballenas. En esta época del año las más abundantes son las ballenas grises, que migran desde la costa de México dónde han sido madres, hasta las costas del Artico en busca de comida abundante. Nada menos que 24 mil ballenas hacen esta ruta migratoria que es la más larga en el reino animal. Y para ver ballenas grisis nos subimos a un barco de la Oceanic Society el domingo. Zarpamos poco después de las 9 y no volvimos hasta las 4 pasadas. Prácticamente 7 horas; 7 auténticas horas de olas, frío y mareo.
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Aguanté todo estoicamente, aunque en la última media hora, ya con el barco parado esperando a que una dichosa ballena saliera a respirar, no pude evitar vomitar un poquito en el Pacífico. Toda una experiencia y... para no ver una p... ballena!. Definitivamente, tengo mala suerte con estos bichos. Hace casi 10 años, en Noruega, casi muero de hipotermia y mareo para no ver ni un solo cachalote. Y ahora la historia se ha vuelto a repetir. Y eso que hay 24 mil subiendo por la costa.... En fin, que ya paso, que a partir de ahora las veré en los documentales de National Geographic, que ahí están aseguradas.
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Aún hay más desgracias. Sé que no tiene explicación; yo no se la encuentro, pero cometí la imprudencia de irme en el barquito sin protector solar. Para minimizar el mareo estuve todo el tiempo en cubierta, mirando al horizonte, venga a darme el sol... Así que por la noche tenía la cara como un tomaté y me encontraba francamente mal. Quemadura como no recuerdo en la vida.
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El lunes pensabamos tener día de excursión con coche, pero fue imposible. Yo apenas dormí la noche anterior y mi cara era/es un auténtico espectáculo. Para minimizar la exposición solar, tuvimos día de compras electrónicas. En plan europeos ricos, primero fuimos a comprar cámaras digitales por la mañana en un mega centro, estilo Media Mark (Best Buy, se llama). Por la tarde tienda Apple para comprar un iPhone y alguna cosa más. Para nosotros poca cosa; la mayor parte eran encargos de amigos que aprovechan el dolar bajo.