Peligrosidad y pasta
Hemos comprado un montón de pasta en Milán. Nos dio un punto compulsivo y todo nos parecía poco... tricolor, al tartuffo, de salmón, negra... para regalar, para cocinar, para Madrid, para Barcelona...
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Hemos estrenado esta primavera de pasta con una comida con JyK, unos amigos de Barcelona, los únicos catalanes. El primero trabaja en un help desk de informática, y el segundo es recepcionista en un hotel. Preparamos para la ocasión unos tagliatelle al tartuffo que habían costado una millonada. Resultaron bien pero para su precio algo decepcionantes.
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La sorpresa del día vino con la conversación de sobremesa. Resulta que Joan es aficionado a los rallys. Me quedé impactado con ese mundo. Lleva unos 14 años siendo copiloto. Primero hacen viajes de reconocimiento, para explorar el terreno y tomar notas detalladas de todo... curvas, barrancos... A la hora de la verdad, cuando toca correr, el copiloto va cantando todo el rato lo que viene a continuación, tipo "derecha, 3, 6 y no sé que más" para indicar el tipo de curva, su grado de apertura, de inclinación... Todo esto con la adrenalina disparada para decirlo con la antelación adecuada, para que el piloto tenga la información a tiempo y prepare la maniobra. En fin, me genera ansiedad sólo de contarlo e imaginarlo; no es una aficción apta para cualquiera. Por no hablar de los accidentes, incluyendo vueltas de campana, por las que pasa cualquier aficionado a los rallys. Debes liberar mucha adrenalina y quedarte muy relajado... pero yo no soy capaz ni de subir a las montañas rusas.