miércoles, 17 de noviembre de 2021

Rabat, una ciudad infravalorada

Hemos vuelto de Rabat sorprendidos por el patrimonio histórico y las emergentes modernidades de la ciudad. Se nota que hay mucha inversión en marcha, muchas obras nuevas y muchas rehabilitaciones. Hay obras prácticamente acabadas como una pequeña estación de tren en el centro de la ciudad, la plaza cubierta de la primera foto con parasoles gigantes dorados o el maravilloso Grand Theatre de Zaha Hadid de la segunda foto. Se nota que hay pelas y que están preparando un re-lanzamiento de la ciudad a nivel turístico y en la escena internacional. 

Algunos de los monumentos principales están actualmente cerrados. No sé si por efecto de la pandemia todavía o porque han aprovechado el tirón del cierre para rehabilitar. Así, ya comenté que la Kasbah de los Udayas está patas arriba, y la necrópolis de la Chellah, cuyas murallas recorrimos por fuera, está cerrada. También está cerrado el que probablemente es el sitio más mágico-simbólico-político de toda la ciudad:  la Torre Hassan y el Mausoleo de Mohammed V, que están situados frente a frente, dejando entre ellos un bosque de columnas de una gran mezquita inacabada en el siglo XII, de la época de los almohades. El minarete truncado es el símbolo más reconocible de la ciudad, y es "hermano" de la Giralda de Sevilla y el de la Mezquita Kutubia de Marrakech, los tres obra del mismo arquitecto. En esa explanada con el minarete y el bosque de columnas se declaró la independencia de Marruecos en los años 50 y para el rey de aquel momento, abuelo del actual, construyeron el mausoleo cercano. 

A pesar de todo lo que estaba cerrado, volvimos de Rabat satisfechos. David ha superado con éxito su primera prueba en el país sin agobiarse en ningún momento. De hecho, el ambiente es mucho más relajado que el de Marrakech, sin apenas acosos o insistentes vendedores en la medina. Nos ha gustado esa mezcla de historia y ultra-modernidad. Parece que Rabat es un destino menor frente a muchos otros lugares afamados de Marruecos, pero es una Ciudad Patrimonio de la Humanidad!. Y lo es tanto por su parte histórica, como por el tramado urbano de la época francesa que incluye, por cierto, el Palacio Real (última foto) uno edificio pastiche al que te permiten acercarte previo registro con el pasaporte. En fin, sospecho que volveremos en algún momento a Rabat, bien para ver lo que nos quedó pendiente, o como simple nudo de comunicaciones, ahora que están desarrollando una red de tren de alta velocidad, de la que ya existe la línea Tánger - Casablanca.