lunes, 14 de julio de 2008

Historias de familia

Mis padres llevan muchos años veraneando en Bon (Beluso), así que esa playa y esas rocas forman parte de los últimos 25 años de mi vida. Hace dos años pasé allí una Noche de San Juan inolvidable con mis padres y jap. Hubo hoguera y salto de cenizas, queimada, e incluso dueto de mis padres. Este fin de semana pasado también ha sido algo especial; y también estaba jap. Empiezo a creer que mis padres se transforman con él. O tal vez se hacen mayores y exteriorizan más sus sentimientos.
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Llegamos el viernes a Vigo con los dos coches: el mío nuevo, y el mío antiguo que ahora se queda mi padre y que dejamos en el taller de BMW. Fue un viaje algo pesado, aunque hicimos alguna parada y nos intercambiamos los coches por el camino para no aburrirnos. Comimos en Allariz, después de comprar un montón de almendrados de Fina Rei, algo convertido casi en tradición cuando voy en coche.
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El día grande fue el sábado, con atracón de familia. Nada menos que 20 personas, incluyendo mis hermanos, mi prima Pili, y las primas de mis padres. Empanadas, churrasco, vinos, canciones... todo muy de estudio antropológico sobre Galicia. Después, ya tarde, excursión en mega grupo por el monte y las rocas, dejando clara la agilidad de los abuelos presentes. Fin de fiesta en el chiringo de la playa. Una jornada redonda, de 2 a 10 de la noche. Y todos encantados.
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Ya solos en casa los cuatro (mis padres, jap y yo), hubo historias de adolescencia y juventud. Mi madre viviendo sola en una casa sin suelo (tierra, vamos) de los 16 a los 21 años, tras perder a sus padres. Y mi padre que era vecino de mi madre en Vigo pero visitaba con frecuencia a sus abuelas en Cangas.
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Una de mis bisabuelas (abuelas de mi padre) era muy culta, sabía leer y escribir y de hecho escribia cartas para vecinas y otros familiares. Además hacía algún que otro conjuro o remedio casero (entre meiga y druida). La otra abuela, hermana de la primera (cada uno que explique el enigma) era todo un personaje que hacía fiesta por dónde iba. El episodio más digno del realismo mágico fue el reparto de herencia de esta segunda bisabuela. Una buena tarde que la visitaron muchos nietos se dedicó a repartir islas, parques, empresas y demás activos del Sur de Pontevedra a los presentes("a ti, meu fillo, deixote a Illa de Toralla, a ti, a Illa dos Ratos..."). La sorpresa y el impacto para todos los presentes, algo de lo que aún no se han recuperado, es el hecho de que murió poco más tarde. A mi padre le dieron el aviso cuando esperaba el barco de vuelta a Vigo desde Cangas, al acabar la visita. Aquel reparto tan novelesco de la herencia había ocurrido poco antes de su muerte real.