De vuelta en Sitges
Ya he dicho en otra ocasión que Sitges es un mito gay un poco sobrevalorado: la playa es incómoda y el bosque es espectacular pero tiene poca vidilla. En cualquier caso es una excursión muy agradable desde Barcelona, así que este año, fieles a la cita, también hemos ido. Estuvimos allí el domingo pasado.
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El descubrimiento de este año ha sido un pequeño restaurante italiano en el propio paseo, al lado de la iglesia. Lo lleva una alemana super simpática. La pena es que lo cierra este mes de julio, no sé si nos dará tiempo a volver otra vez. Después de 6 años la dueña del local pide un dineral por la renovación del alquiler. Tiene otro restaurante en las calles del interior del pueblo. Tendremos que ir para ver si merece la pena recomendarlo, y por verla a ella de nuevo y parlotear otro rato.