martes, 5 de septiembre de 2023

Estampas familiares en Vigo

Este fin de semana pasado ha sido intenso en encuentros familiares. Volé, por primera vez, vía Barcelona, desde Ginebra, con un combinado de easyJet y Vueling. Se dio bien pero fue una conexión de vuelos estresante, entre dos terminales diferentes conectadas por un autobús, así que no me dieron ganas de repetirla.

En Vigo tuve pleno familiar, pero por entregas. Sólo faltó mi sobrina E, que lleva un par de meses trabajando de arqueóloga en Alemania. El sábado nos vimos con mi hermano mayor y su familia, incluyendo el Sobrino Entrópico que anda sumergido en una espiral de confusión. El domingo, por su parte, nos vimos con mi hermano menor y su familia, incluyendo mi sobrina I que nos presentó a un amigo-novio que pronto conseguirá ser bombero. 

Entre las comidas con hermanos y sobrinos, encajamos una visita y paseo con mi madrina y una cena posterior con Geni, con la que seguimos estrechando lazos, después de su reciente visita a Ginebra. Encontramos un restaurante majo en Bouzas y eso nos permitió disfrutar de un atardecer absolutamente espectacular, rojo intenso, con el fondo del Museo del Mar y las Islas Cíes. 

El lunes, antes de ir al aeropuerto, volví a llevar a David a la Playa de la Punta. Hacía años que no íbamos ninguno de los dos, así que fue como descubrirla de nuevo. Pasan los años y los imponentes edificios de la ETEA ahí siguen, abandonados y desaprovechados.