sábado, 29 de junio de 2019

Cuevas de Batu

Al norte de Kuala Lumpur, a unos 30 minutos en "Grab" (la compañía que compró a Uber por estas tierras) se encuentran las "Batu Caves". Es, probablemente, el principal "nodo turístico" de la ciudad, después de las Torres Petronas. Por lo visto es un sitio de gran devoción, sobre todo en las épocas de un festival que se celebra a finales de enero y principios de febreros cuando miles de personas se acumulan para hacer ofrendas a la larga retahila de dioses.

Es, ciertamente, un sitio curioso: una mega-estatua dorada de 10 pisos preside el arranque de una larga escalera colorida, en la que monos descarados roban botellas de refrescos, y cualquier otra cosa que se les ponga a tiro, a los turistas. Al final de ese via crucis se llega a una gran cueva en la que hay repartidos estatuillas coloridas, altares y algunos templos hindús.

Lo más interesante de la cueva es la propia estructura geológica, con paredes escarpadas, vegetación y el cielo abierto. Es también todo un laboratorio de comportamiento animal, porque dentro de la cueva las palomas y los monos, todos super acostumbrados a los humanos, corretean de un sitio a otro, haciéndose con los restos de las ofrendas a los dioses. Me generó fascinación y repulsión a partes iguales.

Los templos de las cuevas son muy pequeños pero al lado de las escaleras hay otros templos mucho más grandes. Todos están atiborradas de estatuas y sobredosis de colores en paredes y techos. Es todo muy kitsch y pop y nos recordó a algunas de las obras y objetos que son habituales en las exposiciones de Pierre et Gilles.  De hecho, estuvimos a punto de comprar alguna figurita. Menos mal que, esta vez, nos contuvimos. Ya tenemos en casa bastantes zarrias que organizar y depurar con el método de Marie Kondo que pensamos aplicar al piso de París este verano sin falta.