El Hombre de Wilmington y Beachy Head
Campos de trigo dorado, una colina verde con la hierba bien segada y una enorme figura humana delineada en blanco. Se llama Hombre Largo de Wilmington y es uno de los muchos "geoglíficos" que hay en Inglaterra. Algunos datan de la Edad de Bronce, otros, como este, de la Edad Media, de una fecha indefinida entre los siglos XIV o XV. No está muy claro su propósito, pero ese punto mágico me hace ya querer localizar y visitar otras figuras blancas similares que andan por ahí perdidas en la campiña inglesa.
El Hombre de Wilmington está muy cerca del acantilado de Beachy Head, que es el otro extremo de los acantilados de las Siete Hermanas que nos habían maravillado hace unas semanas. De nuevo esa sensación de vértigo y belleza extrema, las paredes blancas, las rocas, el mar azul y un pequeño faro blanco y rojo. Un escenario mágico y trágico a partes iguales porque abundan las cruces recordando los numerosos suicidios. Más de 20 cada año, uno de los sitios más populares en todo el mundo. Hay patrullas de prevención día y noche y carteles con una suerte de teléfono de la esperanza para que te lo pienses dos veces. Creo que es un sitio precioso para morir, pero de otra manera. Tal vez relajado mirando al mar en el horizonte y adormeciéndose poco a poco, despidiéndose de las cosas bonitas y siendo abrazado por la espalda por algún ser querido. Ojalá pudiéramos elegir la forma de morir.