Mini vacaciones gallegas
Mis vacaciones gallegas de este año han sido especialmente cortas, no han llegado a una semana, y tardías, casi a finales de agosto. Este año está siendo de mucho picoteo vacacional y no tenía más días disponibles. He ido cogiéndome días sueltos aquí y allá, entre escapadas Mandarin, viaje a Montreal, Ribadesella y algún otro viaje aún por venir. En cualquier caso, pasar unos días entre Bon (en la Ría de Aldán) y Vigo, es un clásico de mis veranos y no recuerdo un año en el que me haya saltado esa cita familiar.
Han sido días relajados, de tertulias largas, en las que me he esforzado por participar en las conversaciones de sobremesa. A medida que mis padres se hacen más mayores, voy valorando de forma distinta el tiempo que pasamos juntos y su capacidad para nuclear alrededor al resto de la familia. Estos días han servido también para restaurar la relación con Ana, que había ido acumulando tensiones y rarezas desde nuestro extraño verano anterior. Finalmente, he leído, a ratos con voracidad. Además de acabar un par de libros que llevaba de Londres, he leído Tokio Blues de Haruki Murakami y El Gran Gatsby de Scott Fitzgerald. Los dos me han gustado bastante. Aunque son obras que no dejan muy buen cuerpo, al menos están muy bien escritas, con personajes memorables y numerosas frases y reflexiones vitales dignas de ser subrayadas.