martes, 19 de julio de 2022

Magdalenas en agua

He pasado los últimos 4 días en Vigo con Juan. Viajamos en coche desde Ribadesella el viernes pasado, con paradas en Tapia de Casariego, un pueblo con mucho encanto, y en la Playa de las Catedrales que vimos sólo desde arriba, como la vez anterior

Esas paradas turísticas en ruta fueron los últimos coletazos de las vacaciones asturianas. La estancia en Vigo, en cambio, tuvo poco de vacaciones porque la nueva realidad geriátrica de mi padre se impone constantemente.  Aunque el hombre tiene algunos momentos de casi lucidez, sobre todo si cuenta alguna aventura del pasado, en general se le nota francamente mal. 

Ha habido 3 incidentes duros de observar durante este viaje: 1/  ponerse la camiseta de tirantes por encima del pijama, en lugar de por debajo; 2/ intentar encender la TV accionando su cartera abierta en lugar del mando a distancia; y 3/ empeñarse en tomar magdalenas y galletas, mojadas en agua a falta de leche, al final de la cena porque debió pensar que estaba desayunando.

Ayer fui con mi madre a hablar con el médico de familia. Parece que todo está en marcha: una asistente social evaluará esta semana el contexto familiar y un geriatra verá a mi padre a finales de agosto. Con los resultados de esas dos citas, decidirán el grado de asistencia que se puede proporcionar.  

Se avecinan tiempos muy complicados porque a la creciente dependencia de mis padres se suman otros problemas de salud en el entorno familiar. Tras el paréntesis del verano, tendré que organizarme para ir a Vigo más a menudo.