domingo, 27 de junio de 2021

Los recibos de la fe

Estuve en Vigo este viernes y sábado. Fue un viaje de una sola noche pero muy bien aprovechado, al coger el primer vuelo de la mañana un día y volver en el último de la noche al día siguiente. 

El viernes hicimos comida familiar fuera de casa. Fue iniciativa mía para que mi madre no se dé la paliza de cocinar para 6 personas (a la cita del viernes siempre asisten mi hermano, cuñada y sobrina). Resultó muy bien y acabamos hablando largo y tendido de los "recibos de la fe", esos seguros de decesos por los que pagas toda la vida por tu entierro. Ahora resultan incomprensibles pero supongo que en las décadas duras del siglo pasado la gente necesitaba asegurar que su muerte no supondría una carga imposible para sus familiares. El caso es que descubrimos que mis padres tienen una poliza que los cubre a ellos y a mí, y otra que cubre a mi hermano y mis sobrinas. En total, unos 80€ mensuales que para sus rentas de pensionistas suponen anualmente una cantidad considerable. Si los anulas, pierdes toda la cantidad invertida así que mis padres no quieren ni oír hablar de sacarnos a ninguno de ese macabro esquema. Supongo que poco a poco esos seguros tan peculiares irán desapareciendo con los abuelos porque no veo a la gente más joven sometida a esa tiranía del pago de esos recibos de por vida.

El sábado me vi con mi madrina y su hija en el Parque de Castrelos. Coincidió que había un concierto de música clásica. Inocente de mi, pensé que el concierto era delante del Pazo, porque allí estaban tocando algunos músicos cuando llegamos, pero no, aquello era sólo la recepción al alcalde, y cuando este llegó se trasladó todo el evento, público incluido, al jardín posterior. Me resultó algo extraño y anacrónico que un concierto público se inicie con una recepción previa al alcalde. Cosas veredes.