Presentando a M
Sigo con mi neura nipona, hasta el punto de que 4 de los 7 libros que he comprado este fin de semana pasado en Madrid son de temática japonesa. Entre ellos está el último de Murakami, Los años de peregrinación del chico sin color, del que ya llevo leído dos tercios y me tiene bastante enganchado.
Estos días pasados en casa de jap, también caí en otra conexión japonesa de mi vida. Se trata de "M", un bonsai arce, que le regalé a jap hace muchos años en uno de nuestros aniversarios, allá por 1999 o 2000 cuando hacía poco que vivíamos en la calle León. Si no recuerdo mal, tenía ya 23 años en el momento de la compra en El Corte Inglés de Castellana, así que ahora está cerca de hacerse cuarentón. Qué terrible como pasa el tiempo para todos.
Su vida todos estos años ha sido muy azarosa. De entrada jap lo rechazó de forma bastante desagradable. No recuerdo bien los motivos, pero creo que ninguno de los dos sabíamos muy bien qué era un bonsai, y en cualquier caso él hubiera preferido un olivo y no este alienígena. Prueba de nuestra ignorancia es que lo tuvimos durante meses en el interior, al menos todo el verano, el otoño y parte del invierno, hasta que lo llevamos a que lo miraran porque parecía que se moría. Nos explicaron entonces que era sin duda de exterior y requería humedad constante. Nos recomendaron que lo aclimatáramos al mundo real poco a poco. Tuvimos que apagar la calefacción de una habitación para ayudarle a hacer la transición.
Desde aquellos primeros meses traumáticos, M ha tenido varios episodios de cuidados intensivos en guarderías de bonsais, incluyendo también algún verano en la Sierra, en plan campamento, para llevar mejor los meses de calor. Tiene años de mayor o menor esplendor, o de mayor o menor asilvestramiento, porque la verdad es que nunca lo podamos. Su momento estrella del año es el otoño cuando las hojas pasan en un par de semanas por varias tonalidades de rojos y ocres. Es entonces un tiempo de auténtica magia en la casa, aunque yo ya llevo demasiados años perdiéndomelo.
Desde aquellos primeros meses traumáticos, M ha tenido varios episodios de cuidados intensivos en guarderías de bonsais, incluyendo también algún verano en la Sierra, en plan campamento, para llevar mejor los meses de calor. Tiene años de mayor o menor esplendor, o de mayor o menor asilvestramiento, porque la verdad es que nunca lo podamos. Su momento estrella del año es el otoño cuando las hojas pasan en un par de semanas por varias tonalidades de rojos y ocres. Es entonces un tiempo de auténtica magia en la casa, aunque yo ya llevo demasiados años perdiéndomelo.