Entre el mercado y el templo
Nuestro barrio, Sheung Wan, era conocido como "Chinatown" por los británicos. Toda una ironía, pero por lo visto concentraba a la población "autóctona" en la época de la colonia. Ese ambiente puramente chino pervive en las calles, en el comercio local, pero también en el mercado callejero, que descubrimos por casualidad camino de un templo. Me gusta ver los puestos de verduras, herbolarios y toda esa variedad de mariscos y pescados disecados. En cambio, las pescaderías y carnicerías me dan un poco de repelús (en realidad no me gustan en ningún país).
En cuanto al Templo de Man Mo, que era nuestro objetivo de visita, antes de enredarnos con el mercado, hay que decir que es un sitio muy especial. Es un templo taoísta, dedicado a un dios de la literatura y otro de las artes marciales, todo muy yin-yan. La atmósfera es casi irrespirable porque todo son velas e inciensos, tanto en barritas como en espirales cónicas que cuelgan del techo. Todo muy fotogénico, aunque el olor del humo te acompaña en la ropa para el resto del día.