sábado, 11 de agosto de 2007

Muerte y Navegación (Galicia -3)

Lo que parecía un día apacible en familia se tornó en tragedia. Hace un par de días, al subir de la playa, mi sobrina Estela descubrió que su querida cobaya Lúa estaba al sol. Ella la había dejado a la sombra... pero el sol se mueve. Gritos de desesperación y toda la familia en danza auxiliando a la cobaya agonizante... darle de beber, envolverla en una toalla húmeda... Todo fue en vano. Tras unas horas de agonía, el animal murió. Me pareció un poco excesiva esa fragilidad; tan sólo habían sido un par de horas al sol. Todo un símbolo de lo dinámico y efímero que es todo. Estela se sentía culpable por el descuido y su abuelo tuvo que tranquilizarla. Eso sí, por la noche ya estaba repuesta y lo tenía todo asumido. El milagro de la infancia: emociones intensas pero fugaces.
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El viernes, en cambio, tuve un día perfecto de hedonismo a lo Beach Boys. Salí a navegar con mi hermano 1, su mujer y la prima de Alicante. Sólo faltó Entropi@, que estaba desganado para el barco. Pasamos todo el día de excursión a la Illa de San Martiño, la isla sur de las Islas Cíes. Era la primera vez que iba, porque esa isla sólo es visitable en barco privado. Fondeamos en la playa que da a la Ría de Vigo. Había overbooking de barcos, al estilo Mallorca, y overbooking de gaviotas que se cuentan por cientos. Por la tarde volvimos rodeando la isla, por la zona de acantilados que da al mar abierto. Una vuelta super apacible; mar como un plato.
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Disfruté la experiencia del barco pero ya tengo claro que nunca tendré uno. Hay que controlar demasiados detalles y cuidarlo mucho, incluyendo limpieza. Necesitaría una persona para que hiciera el mantenimiento. Poco práctico; me quedo con el kayak de alquiler.

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