lunes, 7 de enero de 2019

La Ciudad Prohibida

Pekín es una ciudad enorme, de esas en las que hacen falta horas para cruzarla de punta a punta. El trazado urbano gira en torno a la plaza de Tiananmen y la Ciudad Prohibida que ocupan el centro geográfico de la ciudad, son de forma rectangular y definen los ejes norte-sur y este-oeste.  

La plaza de Tiananmen ha sido una decepción absoluta. Es un sitio muy mítico pero un absoluto rollazo desde el punto de vista práctico. Es una plaza desangelada, y se tarda una eternidad en cruzarla, por la dimensión y por las restricciones de todo tipo. Hay controles de policía para acceder (hay que mostrar el pasaporte!) y barreras que impiden cruzar desde los laterales al centro de la plaza.   Es una plaza a evitar, si no fuera porque en su lado norte está la entrada a la Ciudad Prohibida, presidida por el gran retrato de Mao. 

La Ciudad Prohibida también da mucho que andar; es una visita algo agotadora y dura en invierno. Pasamos bastante frío atravesando patios y más patios, y rodeando salones y pabellones. Todos tienen nombres super poéticos (Armonía Suprema, Tranquilidad Terrenal, Pureza Celestial... ) y los principales sólo se pueden observar desde el exterior (de ahí que se pase tanto frío en invierno). En algunos de los palacios laterales se exhiben parte de las colecciones de arte imperiales: mobiliario, pintura, escultura... Todo el complejo es muy mogollónico porque alberga más de 900 edificios!. Es una auténtica apoteosis de la madera (de hecho no se puede entrar con mecheros).  El mejor punto de observación es la colina del parque Jingshan, saliendo por la puerta norte del recinto, al final del recorrido. Es un parque con una colina artificial que ya diseñaron los emperadores en su época. La perspectiva de la Ciudad Prohibida desde allí es fantástica, sobre todo al atardecer; una preciosidad ver el sol teñir de dorado todos esos cientos de tejados imperiales.