sábado, 19 de enero de 2019

Península Beijing

Llevamos 10 días de vuelta del viaje a China, tantos que yo ya tuve tiempo de pasar 3 en Londres la semana pasada y otros 3 en Copenhage esta semana. El resto del mes de enero, y febrero, no pintan mucho más tranquilos así que 2019 apunta viajero. Entre viaje y viaje, me voy tragando documentales de historia china, que me parece de lo más fascinante, con todos esos miles de años de dinastías, integraciones y desintegraciones. 

Ya he dejado cubierta toda la crónica del viaje a China pero me quedaron dos temas pendientes. El primero es la sorpresa de que todas las motos fueran eléctricas! Una maravilla de silencio en las calles, una gran diferencia con los combustibles fósiles; ojalá se popularicen los coches eléctricos pronto. Eso sí, el paseo por calles estrechas tiene más sobresaltos, porque apenas las oyes cuando aparecen a tu espalda. 

El otro aspecto que no había comentado del viaje fue nuestra experiencia en el Peninsula de Pekín. Es un edificio estilo tradicional, para mi gusto con poca gracia, pero que por lo visto está hasta protegido. El interior del edificio tiene un centro comercial de lujo, hasta el punto que la recepción del hotel casi se camufla con las tiendas. A mi no me gustó nada el concepto pero parece ser que es muy rentable. Todas las habitaciones son suites, con una sala de estar y un despacho. Desde nuestra habitación podíamos ver el amanecer. Nos trataron francamente bien, con eso de que dBt es empleado. El director del hotel, un francés que lleva años viviendo en la ciudad, y con el que nos tomamos un largo café, nos contó sue experiencia en el país y algunos entresijos del negocio. Ojalá mi próximo trabajo fuera en Recursos Humanos en una cadena hotelera porque es un sector que me encanta.