martes, 13 de junio de 2017

Vida social en Zaragoza

Hemos pasado 3 días en Zaragoza, visitando familia y amigos. No ha habido mucho tiempo para la improvisación porque teníamos prácticamente planificada toda la agenda, entre comidas familiares y cenas con amigas. El calor extremo tampoco ha ayudado demasiado a la aventura.

El apartado familiar ha sido correcto, aunque algo largo y aburrido. A diferencia de mi familia, los temas de conversación son más limitados y sobre todo me tengo que tragar las largas sobremesas por no hacer un feo. En cambio, el apartado amistades ha estado bastante más animado, con cenas de conversación intensa, plagadas de confesiones íntimas: matrimonios dándose una segunda oportunidad, cuarentonas a punto del divorcio, y lesbianas mostrando sus proezas de bricolage en su nueva casa; todo muy variadito. 

Con tanta vida social,  no hubo tiempo para turismo. Tan sólo algunas compras en Puerto Venecia, y un intensivo de Spa en Las Ranillas, en la zona de la Expo. Como regalo de bodas, teníamos un tratamiento esfoliante, bañera hawaiana, masaje, comida y circuito spa. Adicionalmente nos apuntamos a un tratamiento facial así que entre pitos y flautas se nos fue el lunes. Las instalaciones son muy impresionantes, todo enorme, aunque con algunos signos de deterioro. Nos pusimos en plan analizarlo y comentarlo todo: los gastos de mantenimiento, las opciones de viabilidad, el número y orientación al servicio de los empleados… Salimos de allí agotados, entre jugar a empresarios de spa y el bajón de tensión de tanto tratamiento. Al salir nos dimos una vuelta por las instalaciones de la Expo: todo bastante cuidado pero con aire de ciudad-fantasma.