domingo, 15 de marzo de 2015

París, por fin

Llevaba 2 meses sin quedarme un fin de semana en París, desde los días de Charlie en enero. Me ha encantado quedarme, y no tener que hacer maleta. Para celebrarlo, empecé la temporada 3 de Juego de Tronos, una serie que me tiene hipnotizado con la música de cabecera. Desde que Ana me regaló la temporada 1 allá por enero, hago auténticos esfuerzos para no correr demasiado con ella. Me aplico la regla de no ver más de una temporada por mes. En paralelo, estos últimos tiempos en Londres, y vía Netflix, hemos visto la temporada 1 de Under The Dome, que tampoco está mal. 

Al quedarme en París, he podido por fin aceptar la invitación a cenar de Ronke para celebrar mi cumpleaños, aunque haya sido con algo de retraso. Fuimos al 1728, un restaurante ubicado en un hotel particular con toda su ambientación de época versallesca. Cenamos bien, pero sobre todo tuvimos una conversación muy intensa, entre lo profesional y lo personal. Desde el concierto de Metronomy, la primera vez que nos vimos fuera de la oficina, y la Nochebuena juntos, hemos ido profundizando en la relación.

Este fin de semana también me ha servido para ir a mi antiguo gimnasio, gracias a una invitación que me dio una compañera. La verdad es que lo hecho mucho de menos, porque me encantan las instalaciones, pero ahora vivo demasiado lejos y volver no es una opción. Por ahora me conformo con salir a correr alguna vez y con un entrenador personal con el que me veo una vez a la semana. Aún así, he pillado unos 4 kilos, desde que me trasladé a París hace 8 meses, y no veo el momento de deshacerme de ellos.