jueves, 24 de abril de 2014

Limitaciones y dependencias

Desde el martes de esta semana, mis padres están de vuelta en Galicia y yo estoy de vuelta en la oficina. Tengo que reconocer que esta vez, aunque el viaje fue breve, los dejé con alivio en la terminal de Gatwick. Fueron, sin duda, días estupendos, pero también agotadores. Curiosamente, la recuperación física de mi padre respecto al año pasado (estaba recién operado de una hernia) se ha traducido en jornadas turísticas más largas y más cansancio para mi. 

Nuestro último día juntos, el lunes de Pascua, visitamos la Catedral de St. Paul. Subimos el primer tramo de escaleras, los 250 escalones a la primera galería. Después nos acercamos a la terraza del One New Change, el centro comercial que hay detrás de la catedral y que tiene vistas estupendas. Completamos el día con caminata de 3/4 de hora a Covent Garden, parada afternoon tea, y nueva caminata de hora y media hasta casa, en las cercanías de Marble Arch. Todo un maratón de resistencia física, incluso para mi.  

Con todo, lo peor no es el cansancio físico sino el hecho de que tenerlos en casa supone atención constante, del desayuno a la cena. Aunque son muy independientes en su casa, aquí no están en su ambiente y por lo tanto requieren atención para todo. Además sí les noto más limitados en algunos temas. Por ejemplo, las audio-guías han sido todo un número. No se aclaraban y al final yo me veía todo acelerado manejando 3 aparatos en paralelo porque enseguida me miraban con cara de perdidos o de no oír nada. Ahora me da la risa al pensarlo pero hubo momentos en que hubiera estrellado los aparatitos contra el suelo. 

Otra complicación han sido las comidas fuera de casa. Para mi madre las cosas tienen que estar blandas, y nunca parecen estarlo lo suficiente. Por no hablar del volumen al que hay que poner la televisión… Creo que es la última vez que propongo ver una película juntos. En fin, "criticar por criticar" porque quien nos verá a todos a los 83 y 85 años que tienen ellos ahora. No deja de ser todo un lujo poder disfrutar de ellos con toda esa vitalidad y curiosidad que muestran por la vida.