La oficina de Montreal
Las oficinas de mi empresa en Montreal tienen un marcado punto museo. Hay arte por todas partes. La sala de reuniones principal es una iglesia entera y verdadera, con su órgano, sus vidrieras y demás parafernalia. En general a los compañeros de aquí no les gusta nada, pero a mi me parece que tiene un punto muy interesante, tal vez porque soy cero religioso y sólo veo el asunto desde el lado "espacio alternativo". Las plantas de oficinas están atiborradas de cuadros y esculturas, por los pasillos, por las escaleras... Por lo visto están organizadas temáticamente: una planta de arte africano, otra de arte europeo... Hasta ahora la obra que más me gusta es el cuadro de la señora en bañador de abajo. Lo veo cada vez que voy al aseo o a por un café y le he cogido un cariño especial. No tiene la placa de título y autor que tienen el resto y ese carácter anónimo todavía le da más encanto. Para completar el toque museístico, la oficina tiene una parte histórica compuesta por 4 casas de distintos tamaños y formatos, que eran antiguas mansiones. Yo no las descubrí hasta mi segunda semana de trabajo. En ellas están la sala histórica del "board" dónde se hacían las reuniones de la dirección, la salita de espera previa.. Todo con un toque de rancio abolengo, de burguesía quebecoise de principios del siglo XX. El edificio nuevo de oficinas y esas 4 casas históricas están unidas por el atrio que se muestra en la foto de abajo.