sábado, 20 de septiembre de 2008

Menú de lavados

Esta semana hice una entrevista de trabajo. Me llamó un Head Hunter para un puesto de Director de Recursos Humanos. Empresa nacional de 2000 empleados. La cosa quedó en nada: el puesto era purita rutina de la de Recursos Humanos de toda la vida. Cero emoción y nada que pueda superar la época de libertad y disfrute que tengo en mi puesto actual. Lo mejor de la entrevista es que tuve tarde libre: ni trabajo ni gimnasio. Me fui a Chueca a cortarme el pelo. Mi sorpresa fue encontrarme con una carta de lavados: unas 12 opciones, desde la simple, la relajante, la energizante, la de cabello seco, graso, con caspa... A veces cuesta tomar decisiones en la vida actual. Mi opción fue la relajante claro, con un extra de máscara de frío que me cubrío la cara y los ojos. Incluido iba un masaje de manos y antebrazos. Me encantó la experiencia. Creo que repetiré. Había además buen rollo en la peluquería, y eso se nota. La mitad del personal viajaba al día siguiente a Valencia, para ver a Madonna (que buen recuerdo!).
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El otro momento memorable de la semana ha sido una charla de los fundadores de Idealista, la página de búsqueda de pisos en internet. Estaba organizada por el grupo gay del IE y era muy informal, en un bar, entre amigos. Resultó muy interesante. A veces envidio estas empresas pequeñas dónde es mucho más fácil crear un ambiente de trabajo agradable y que la gente se sienta cómoda. El director de comunicación habló del papel que había jugado la apertura de la empresa a la diversidad gay para atraer y retener talento. Empezaron poniendo una pequeña bandera del arco iris en la página durante el orgullo y algunos socios estaban totalmente en contra, llenos de miedo sobre la repercusión. Ahora, años después, preguntan a los candidatos que piensan de Educación para la Ciudadanía o del Recurso ante el Constitucional al matrimonio gay por parte del PP, para saber si la persona es tolerante o puede tener dificultades de integración en un ambiente tan gay-friendly. Esas preguntas, con claro sesgo ideológico, serían impensables en una gran empresa.