martes, 5 de agosto de 2008

78 Cumpleaños

De cumple en cumple, de los 33 de dvt a los 78 de mi madre. Volví a subir a Bon para la ocasión este fin de semana pasado. Fui y volví desde Madrid en coche, acompañado de Entropi@, el super sobrino, que ha cerrado definitivamente su etapa en Barcelona y abre una nueva en la Complutense y en un piso compartido en Madrid centro. El viaje sirvió para ponernos un poco al día.
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El viernes de llegada me acerqué con mi padre y Hermano 2 al taller de BMW en Vigo. Recogimos mi antiguo coche y le hice entrega formal a mi padre. Muy gracioso verle todo nerviosito con el coche nuevo y super concentrado para entender bien todos los botones. Hay que tener en cuenta que el hombre tiene casi 80 años y viene de un coche de los de ventanillas manuales y sin dirección asistida. Vamos, una proeza que pudiera conducir ese tanque Renault 19. Pasó el resto del viernes bastante alterado haciendo algunas prácticas de conducción.
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El sábado fue el día de festejo con comida familiar. Hacía al menos un par de años que no me coincidía bien ese cumpleaños pero este no tenía justificación para faltar. Además hice un esfuerzo de socialización. Soy famoso por levantarme de la mesa enseguida pero esta vez aguanté bastante. Hasta discutí, y fuerte, con mi hermano 2. Todo a cuento del juicio a Karazdic, noticia que a mi me parece fabulosa y que a él le genera la reflexión de que siempre juzgan a los mismos, a los perdedores, mientras Bush, por ejemplo, anda a sus anchas. Cada vez llevo peor estas posturas antisistema. Aunque las entiendo en esencia, me parecen una receta a la infelicidad y el mal rollo permanente, porque nunca hay motivo para la alegría. Que cojan a un criminal de guerra sólo genera insatisfacción con la justicia en general. Total, que tuvimos palabras mayores. El todo lo resuelve gritando y yo tiré a encenderlo más. Resultado final: él acabó gritando, en plan provocación, que lo que había que hacer era "matar a los maricones, los de izquierdas y los sindicalistas". Yo no me lo tomé mal pero la madre cumpleañera se llevó un buen disgusto, tal vez porque tras esa frase tan salvaje vio que se quedaba sin hijos, porque ninguno se salvaría de esa limpieza étnica. Para cerrar el sábado de desgracias, por la noche me enteré de que Fangoria actuaba en Cambados, a 60 km de dónde yo estaba, pero ya no me daba tiempo a llegar...
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El domingo fue un día infinitamente más tranquilo. Tan solo mis padres y yo, con la visita de Ana. Nos lo pasamos estupendamente en la playa. Ella demostró una agilidad impresionante, trepando por las rocas con sus aparatos como una jabata. Acabamos algo agotados los dos pero mereció la pena. Con ella cualquier excursión se convierte en multiaventura.