jueves, 2 de enero de 2020

Arranque de 2020 en París

A la vuelta de Madrid, despedimos los dos últimos días de 2019 con sol y buena temperatura. Fueron días de llenar la nevera, ver atardecer en el Sena y visitar el Museo de Artes Decorativas (que no nos dio ni frío ni calor). 

La noche de Fin de Año la pasamos en casa, con Ronke, y con Iván y su hija Aroa, de 6 años, que llegaron desde Zaragoza esa misma noche para pasar unos días por aquí. Entre las constantes traducciones entre dos idiomas y la falta de apetito de la criatura, la conversación se desarrolló a trompicones. Ronke recordaba, con muy buen criterio, que era su tercera experiencia con las uvas porque, efectivamente, ya habíamos dado la bienvenida juntos a 2016 y a 2017. Tal vez haya más ocasiones a futuro pero ya no serán en París...

El día de Año Nuevo nos acercamos a enseñarle la Torre Eiffel a Aroa, pero apenas se veía entre la niebla. Más suerte tuvimos con la actividad nocturna: fuimos a ver la iluminación especial que han montado en el Jardin des Plantes. La verdad es que es un montaje muy logrado, un recorrido de unos 45' entre enormes esculturas luminosas al estilo oceanario, con zona de manglares, aguas calientes, aguas frías, profundidades abisales, y multitud de animales, algunos articulados. Fue un paseo muy impactante y mágico, una forma muy especial de dar la bienvenida a 2020, un año con un número precioso, y que va  a suponer el fin de un ciclo (los últimos 10 años entre París y Londres) y el inicio de otro (la vuelta a Madrid).