viernes, 24 de mayo de 2019

Reunión en Leiden

Holanda me pone nervioso. Volví a comprobarlo esta semana porqué pasé un par de días en Leiden, una ciudad en la que había estado recientemente por trabajo.  En aquella ocasión no tuve tiempo para turismo pero esta vez sí pude darme un larguísimo paseo y cenar en una terraza. Fueron unas horas de constante generación de endorfinas, con esos canales, esas casas, y ese sol de primavera maravilloso. Creo que parte de la magia holandesa es la ausencia significativa de coches, y la abundancia de bicicletas en el interior de las ciudades, las hace mucho más apacibles y silenciosas. 

Dicen que Leiden tiene el segundo casco histórico más grande en Holanda, después del de Amsterdam. Aunque la visitamos hace muchos años e incluso hicimos kayak, la verdad es que no recordaba nada (aparte de las palas), así que fue como si esta semana la visitara por primera vez. Aunque iba con mi atuendo ejecutivo y cargado con el ordenador a cuestas, fue una tarde que me devolvió la felicidad después de haber empezado la semana con la extraña primera junta de vecinos en Madrid.