martes, 17 de abril de 2018

4 días de visita familiar en París

Pensé que el viaje de octubre con mis padres y madrina a Madrid y Zaragoza sería el último. Lo pensaba por ellos, porque están ya para poco viaje, y por mi, porque cada vez me agotan más. Sin embargo, aquí se han venido los 3, incombustibles al desaliento. Ha pesado el hecho de que la etapa de París se acaba, porque nos mudaremos a Madrid a finales de año, y también que mi madrina no había venido nunca (en realidad, la mujer apenas ha viajado).  

Salió la visita mucho mejor de lo esperado: por un lado, yo acerté con las comidas para mi madre (todo le resulta duro), por otro, mi padre se mostró en buena forma física, con largos paseos, algo impensable hace tan sólo unos meses, y mi madrina se mostró cual adolescente emocionada con todo. De hecho, el único incidente reseñable fue que salió a pasear por su cuenta alguna tarde y una de ellas tardó un poco, por lo que mis padres se pusieron atacados y le reprocharon su "inconsciencia". A pesar de que tiene 74 años creo que mis padres, ya cerca de los 90, la siguen viendo como aquella niña que conocieron con sólo 9 años. 

Dedicamos estos días de visita a hacer algunos recorridos básicos: las islas, el Louvre y Tulleries, la zona de Les Halles, Montmartre, Trocadero... También vimos muchas iglesias: Notre Dame, la Sainte-Chapelle, Saint-Eustache, Madeleine, Saint-German de Près (que está radiante con la rehabilitación, como se puede ver en las dos penúltimas fotos abajo)... Yo, por mi parte, visité por primera vez la "Conciergerie", dónde estuvo encarcelada Marie-Antoniette. 

Me gustó tenerles a todos en casa, aunque tuvimos que apretarnos. Las 3 primeras noches, dBt y yo dormimos en un hotel cercano porque él trabaja, pero las 2 últimas nos apañamos con un colchón hinchable que resultó, la verdad, bastante cómodo. Para mis padres esta era la cuarta visita a París, una especie de despedida. Su primera visita fue en 2010 y aquellos eran otros tiempos y otras energías. Desde entonces guardan preciadamente su mejor recuerdo de la ciudad: el de aquel aniversario con vistas, cuando celebramos sus 58 años de casados.