Gran Barrera de Coral
Hoy hemos tenido dos primeras experiencias. La primera visitar la Gran Barrera de Coral, y la segunda nuestro bautismo de buceo. Las dos cosas son como de otro planeta.
La Gran Barrera de Coral ocupa una superficie como la de Gran Bretaña y se extiende a lo largo de 2.600 km de costa en el este de Australia. Cuesta creer que ahí en medio del océano (tardamos 2 horas y media en llegar en barco desde la costa) se acumulen todas esas montañas de coral unas encima de otras hasta tocar casi la superficie. Con unas simples gafas de buceo (snorkel) se puede ver todo perfectamente: un montón de tipos de coral distintos y todos esos peces de colores que parecen sacados de un acuario.
La experiencia del buceo fue extraña. Me gustó, pero disfruté menos de las vistas porque iba más pendiente de mi respiración y de la presión en los oídos. dBt lo pasó bastante mal. Supongo que fue un bautismo demasiado rápido: cinco minutos de piscina y directos al agua, sin tiempo para que la cabeza y los pulmones se acostumbren.
La excursión es larga: el barco zarpa a las 8 de la mañana y no vuelve hasta las 6 de la tarde. Te dan de desayunar, comer y merendar a bordo. Todo masificado, con abundancia de familias con niños y parejitas. El barco te lleva hasta un embarcadero flotante en el que están todos los equipos de buceo y hay también un barco-submarino para que puedas ver los corales mientras un guía te explica los distintos tipos. Pese al repelús que pueda parecer esta visita parque-temático lo cierto es que no se hace agobiante en ningún momento y además, una vez en el agua, directamente te olvidas de la gente que hay alrededor. La cabeza sólo está pendiente de ese nuevo mundo que hay bajo las aguas.