Vampiros navideños y ecologistas atrevidos
Segundas Navidades consecutivas a ritmo de vampiros. Continuando la saga del año pasado hemos visto "Luna Nueva", la continuación de "Crepúsculo", un bodrio que no se puede aguantar. Definitivamente ya no veré la tercera entrega. No puedo más con esos diálogos empalagosos y la tontería suprema de la protagonista, Bella, que me resulta literalmente insufrible.
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Menos mal que nos queda la segunda temporada de True Blood, llena de sutileza, dobles juegos y mucha imaginación. Me encanta la abundancia de seres sobrenaturales, sobre todo los humanos de la Iglesia de la Luz, con sus ideas tan claras sobre la moral. Nos hemos tragado toda la temporada a ritmo de vacaciones, sin pestañear. Quiero hacerme vampiro ya o al menos noviete de uno. Madrid ha estado además estas Navidades plagada de carteles de Canal + anunciando la nueva temporada, así que ha sido un poco obsesivo: True Blood dentro y fuera de casa.
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Además de los vampiros, estas Navidades me ha acompañado la indignación ante el encarcelamiento de 4 activistas de Greenpeace (incluido su director en España) por haber desplegado un cartel en la Cumbre del Clima en Copenhage. Nada más y nada menos que 20 días incomunicados en la carcel por mostrar un cartel diciendo "Los políticos hablan, los líderes actuán". Hacía tiempo que no sentía tanto cabreo y rabia ante una injusticia. Creo que la explicación es que ese super-castigo se sumaba en mi mente a la falta de acuerdo sobre el Clima, pese a la evidencia creciente del calentamiento del planeta. Tanta ineficacia para actuar en un tema tan gordo y urgente y tanta diligencia para encarcelar por esa chorrada, me pone enfermo. Nunca había participado en ninguna acción de Greenpeace, pese a ser socio de la organización desde hace 20 años (la primera ONG a la que me apunté), pero hoy quise participar en la vigilia con velas que convocaron ante la Embajada de Dinamarca en Madrid. Afortunadamente también hoy anunciaron finalmente la liberación, con cargos, de los 4 activistas.