Mayo madrileño
La mayoría de los puentes de mayo los paso fuera de Madrid. Pero este me he quedado. Venía Ana. También venía Googlevil. Así que estuve de anfitrión.
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Con Googlevil hice el jueves comida del primero de Mayo en el Wok (dónde aún queda, como en toda la Hostelería, clase trabajadora de verdad). Me fui apresuradamente para asistir desde casa a una teleconferencia (los americanos no quieren ser US-centric pero nunca se enteran de las fiestas que celebra la humanidad). Al acabar nos volvimos a ver para dar un paseo y tomar un café. Así que fue un encuentro en dos etapas. Aproveché para averiguar nuevas perspectivas de su personalidad algo atormentada.
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Con Ana el tiempo fue mucho más extenso. Dio para sandwiches fríos y calientes y también para silencios varios. El viernes fue el día más completo. Por la mañana visitamos el Thyssen, que siempre es un acierto; nunca me canso y tengo ya un montón de cuadros familiares a los que tengo gran cariño. He confirmado que la ampliación de la Baronesa me sobra (a excepción del Hopper). Después comimos en el Asia Gallery, el asiático del Palace. He ido a ese restaurante con mucha gente y todos salen contentos después de los menús de 35 euros. Finalmente, por la noche fuimos de musical, La Bella y la Bestia, así que nos perdimos el espéctaculo de la Fura del Baus en la Cibeles (eso pasa por no leer más y con antelación). El musical nos gustó; yo era la segunda vez que lo veía pero habían pasado muchos años.
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El sábado fue día de Chueca, comida en japonés, y diálisis, así que un día más corto. Y el domingo, por fin, he visto la ampliación del Museo del Prado. Total para llevarme algo de decepción porque el cubo de Moneo está bien y muy bonito el claustro pero algo pequeño y con todas las salas cerradas. Comimos con Juan, que acabará montando un restaurante con su novio nuevo porque los dos son muy cocinitas y les sale todo estupendo (como la empanada de zamburiñas madrileña).