Abuelos en Londres
Mis padres están pasando una semana en casa, de martes a martes. Llevábamos algo más de 6 meses sin vernos, desde la pre-Navidad en Madrid. Nunca habíamos pasado tanto tiempo distanciados pero ha sido imposible cuadrar una visita antes. Los veo sensiblemente más bajos de energía que la última vez en París. Es verdad que mi padre aún se recupera de una operación de hernia hace poco más de un mes, y tiene algunas molestias al caminar, pero algo me dice que están entrando en otra fase general. El viaje se les ha hecho esta vez más cuesta arriba; los he visto más agobiados.
Estamos adaptando el ritmo de estos días a la nueva realidad, haciendo cosas más tranquilos y usando más transporte público. Aprovechando que estos primeros días no ha llovido, hemos paseado por Little Venice, Kensington Gardens, la ribera sur del Támesis, y nuestro barrio, Marylebone. Por las noches, durante las cenas en casa, escuchamos pacientemente, y a veces también impacientemente, sus batallitas, y observamos horrorizados y fascinados su mutua dependencia creciente. Cervezas y vasos compartidos, recordatorios mutuos de las pastillas a tomar, el uno siempre pendiente de lo que hace o deshace el otro...