La Torre de noche
No había subido a la Torre Eiffel en mi vida. Era una de esas cosas que no me llamaba especialmente, por la pereza de las colas y por la sensación de que no era para tanto. Hay muy buenas vistas desde otros puntos de la ciudad (Sacre Coeur, Pompidou, Torre Montparnasse o Arco del Triunfo), así que no me parecía que subir a la Torre Eiffel fuera para tanto. Pero para eso sirven las visitas en casa: para forzarte a cubrir los básicos de la ciudad.
Estos últimos días han estado con nosotros, jap y Carmen. Sacamos entradas por internet para subir a la Torre el sábado a las 10:30 de la noche. Es muy cómodo ir con la entrada porque te ahorras la cola de la taquilla, pero nadie te quita la espera de los ascensores. El primero sube "por las patas" hasta el cuerpo central y va rápido porque tiene dos pisos. El segundo, que lleva al mirador de arriba, es el que requiere bastante cola, en nuestro caso alrededor de media hora. Eso sí, son esperas con vistas, que siempre se llevan mejor. Entre pitos y flautas, hay que contar con un mínimo de hora y media de visita. Y también hay que contar con el frío si hace viento; nosotros bajamos heladitos, cualquiera díría que el verano es inminente.
Tras la experiencia directa, he de decir, que la subida a la Torre Eiffel merece la pena. Las vistas no son comparables a otras, sobre todo por la perspectiva del Sena, pero además es muy interesante ver la propia estructura de la Torre desde dentro. Ahora nos damos cuenta de que tendríamos que haber subido a los "abuelos" (mis padres y los de dbt), porque les hubiera gustado seguro. Pero bueno, así tienen otro aliciente para volver a venir, dado que vamos a quedarnos por París algún tiempo más...