Bilbao 60 años después
El cierre a la visita de mis padres a Madrid fue subir durante el Puente de la Constitución a Bilbao. Fue un acierto desde todos los puntos de vista, a pesar de la lluvia y un tiempo algo desapacible. Por un lado mi madre no había estado nunca y le encantó; claro que no tanto como la coqueta San Sebastián que visitamos también juntos hace unos años. Y por otro lado, mi padre había estado pero hace nada menos que 60 años, cuando hacía la mili de marinero y atracaban en el puerto de la Ría. Fue muy especial verle todo emocionado al recordar el kiosko de música de Portugalete, al lado del Puente Colgante de Bizkaia. Allí se había echado algunos bailes el hombre cuando tenía 20 años (me estremezco de pensar como serán mis recuerdos con 60 años de por medio). Hasta se puso a hablar con una lugareñas ya mayorcitas sobre el asunto y ellas confirmaron que seguían teniendo baile los domingos pero en un local cubierto allí al lado.
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Estábamos en un Hotel Hesperia muy bien situado, en frente de las Torres de Isozaki y el nuevo puente de Calatrava. Desde ahí, la visita al Guggenheim fue muy cómoda. El museo les gustó en lo arquitectónico pero les resultó indiferente en las exposiciones; igual que a mi. Había una temporal de Cy Twombly que sólo gracias a una guía que pasaba por allí y a la que seguimos un rato, pudimos verle alguna gracia (y con algunas dificultades).
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Para completar el viaje también tuvimos nuestra inmersión en la cultura de los pinchos y vinos del Casco Viejo de la mano de Jose, el amigo de Bilbao que vive en Castro Urdiales y con el que habíamos pasado dvt y yo la Semana Santa del año pasado. Mi madre, fiel a su curiosidad natural, me acribilló a preguntas sobre cómo le había conocido y detalles similares :)